Los gobiernos machacan a las aerolíneas

¿Cómo controlamos el cumplimiento de la vacunación exigida por el Covid? ¿Cómo puede un país abordar las multitudes que le llegan como hordas a las terminales? ¿Cómo lidiar con funcionarios sindicalizados que no tienen muchas ganas de complicarse la vida?

Muy sencillo: obligan a las aerolíneas a que lo hagan, so pena de que tengan que llevarse el pasajero de vuelta a su origen, o de fuertes sanciones. Los gobiernos no tienen problemas, mientras haya aerolíneas, siempre habrá quién controle los pasaportes, las PCRs, el derecho a volar y lo que haga falta. (Sí, los pasaportes, porque si un viajero va con uno no válido, la compañía debe asumir el coste del retorno.)

Este fin de semana viajé a un país extranjero. La facturación y el embarque en España, que normalmente se podían hacer rápidamente y sin complicaciones, es ahora un follón porque el personal de la compañía va pasajero por pasajero comprobando PCR de diferentes orígenes, con diversos formatos, sin nada estandarizado, revisando recibos de segundas vacunas, o lo que sea necesario. Todo un follón que supone plantilla, aglomeraciones, costes, horas, desgaste. Costes que no paga nadie, naturalmente.

Tras de un viaje normal, sin incidencias, mi sorpresa fue que en el aeropuerto de llegada las autoridades locales prácticamente no tenían controles. Un código QR que sólo demuestra lo que el viajero ha declarado y que podría ser perfectamente mentira. 

Este es el gran control: que las aerolíneas se encarguen, sin que nadie pague nada.

No hace falta ser Michael O'Leary para certificar que esto no es admisible, que un gobierno debe ser capaz de ejercer los controles como toca y no delegar todo en las aerolíneas, y encima gratuitamente. 

Es la segunda vez que me ocurre lo mismo. En este segundo caso, al menos un empleado público me dedicó un minuto; en el primero, hace unos meses, pese a todas las advertencias, salí del aeropuerto de llegada sin que nadie me mirara ni un papel, me hiciera una pregunta, o comprobara un dato. Ni a mí, ni a nadie en el pasaje del avión. Todo, como siempre, descansó en las aerolíneas, amenazadas por los gobiernos.