Ahora mismo empiezan a aplicarse las exigencias de la Unión Europea a Booking, el líder aplastante de la intermediación hotelera en el mundo. Hace exactamente seis meses la Unión dijo que la posición de Booking era monopólica y que su dominio del mercado de la intermediación era tan espectacular que debía abrir su plataforma y cambiar sus relaciones con los hoteles (El plan de los hoteleros españoles para tratar de vencer a Booking).
Ha llegado el momento pues de ver en qué cambian las cosas, hasta dónde el dominio de Booking limitaba la innovación. Ahora, ya mismo, el hotel no está obligado a ofrecer el mejor precio a Booking y pronto el cliente debería notar que el mismo hotel que en Booking está a un precio, puede ser encontrado más barato en otro lugar. Ahora, pues, el cliente puede buscar, o tiene sentido que lo haga, lo que da oportunidades a otros, incluso a las propias webs de los hoteles.
No obstante, en esta carrera, como decía el director general de Barceló hace unos días, Booking parte con ventaja porque dispone de un mar de información sobre los clientes. El gigante online es capaz de predecir a dónde viajará en los próximos meses cada uno de sus clientes, que somos todos. Y de preparar productos adaptados a esos perfiles, hasta en los detalles (Barceló avisa: “Booking sabe y controla la información”).
Sea como sea, todo cambia a partir de ahora y el desafío no sólo es para Booking sino también para quienes cuestionan al intermediario: ahora habrá que demostrar que se está en condiciones de ofrecer un producto que seduzca al cliente.