Los políticos españoles hace años que han perdido los papeles ante la economía colaborativa. Los papeles y la vergüenza: lo han perdido todo. Los de Madrid, porque sabedores de que su maquinaria administrativa es totalmente inservible, traspasaron el problemas a las autonomías; y estos porque o bien han aprobado normas que no pueden cumplir o bien porque, más cobardes aún, ni siquiera se han atrevido a legislar. Algunos piensan traspasar el problema a los ayuntamientos, sabedores de que así no resuelven nada pero dejan de ser los culpables del caos que vivimos.
Aquí la cuestión no es estar en contra o a favor de la economía colaborativa (de Airbnb o de los alquileres vacacionales), aquí de lo que se trata es de si estamos dispuestos a gobernar en nuestro país. Está bien que dejemos que Airbnb y los apartamentos vayan a su bola, pero porque queremos que sea así. Sin embargo, lo que está ocurriendo va contra lo que nos han venido contando estos mismos políticos desde siempre: sea que no preservamos la paz y convivencia en los edificios; sea que dejamos entrar grandes masas de turistas que provocan un impacto ambiental importante; sea que estos alquileres disparan y destruyen el mercado de la vivienda de alquiler para las personas necesitadas; sea que la irrupción de tantos turistas expulsa a los ciudadanos normales de amplias zonas urbanas de nuestras ciudades.
Mientras nuestra cuantiosa tropa de políticos inútiles debate sin atreverse a tomar decisiones, o pasando el testigo a niveles administrativos más bajos (Madrid a las autonomías, estas a los consejos insulares o cabildos y estos a los ayuntamientos), en Nueva York nos están dando una lección.
El gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, está preocupado, como todos los políticos que ven un palmo más allá de sus narices, por el hecho de que la proliferación de oferta de alojamientos en Airbnb (por ejemplo) retira del mercado grandes cantidades de viviendas de alquiler, creando un problema de dimensiones colosales para los ciudadanos normales, especialmente para los más pobres. Y, en segundo lugar, está la preocupación fiscal: evadir impuestos –también en Estados Unidos– cuando se trabaja de esta forma es extremadamente sencillo. Por eso, según informa el Financial Times, Airbnb negocia concesiones a la desesperada para evitar la aprobación de una ley que acabaría con su actividad en el estado y particularmente en la ciudad de Nueva York, bajo pena de multas de unos 7.500 dólares por propietario de piso.
Mientras, en España seguimos mareando a ver si ocurre un milagro y evita que nuestros políticos tomen una decisión.
Hay que ser ciego para no ver que los turistas no solo "expulsan a los ciudadanos normales de amplias zonas urbanas de nuestras ciudades" sino que tmb dan trabajo, a menudo "especialmente para los más pobres".
También las guerras permiten que las fábricas de armas den trabajo a las personas. Todo tiene su lado bueno, claro.
Lukas y Miguel: ¿de donde coño habéis salido? uno demuestra su ignorancia y el otro su estupidez, no se si es peor lo uno lo otro.
Los turistas tienen que ir a hoteles, como ha sido siempre, y no tienen que molestar a los vecinos que están en edificios o urbanizaciones para los residentes. Está claro. Además, si van a pisos no pagan impuestos. Solo gana el propietario, mientras que los perjuicios los sufren los vecinos, sin obtener ningún beneficio a cambio.
¿Y que pasa con los ciudadanos que molestan igual que los turistas? ¿Ellos tienen derecho de hacerlo o no?
Tanto molestan los turistas?? yo he sido turista y creo que nunca he molestado a nadie. Ya, seguramente no lo entendi en su momento, pero los turistas son una raza estraña que no tiene nada que ver con ninguno de ustedes.