Se equivoca pero no pasa nada

Úrsula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, ha comparecido antes los medios de comunicación para, de alguna manera, admitir que la compra y distribución de las vacunas en el Viejo Continente no se había llevado a cabo de forma eficiente. La máxima responsable de las instituciones ejecutivas de Bruselas reconoció que hubo un exceso de optimismo o de confianza.

La iniciativa absolutamente plausible de que la compra del suministro de vacunas se hiciera centralizada ha sido estropeada por los errores en la gestión. Entre las cuestiones que Von der Leyen reconoció fue lentitud en la aprobación de las vacunas: tres semanas en el caso de las de Pfizer y de Moderna y un mes en la de Astra Zeneca.

Esto, traducido a un lenguaje que entendemos todos, son muertos, porque muchos de los mayores que están perdiendo la vida seguramente podrían haberse salvados de estar vacunados, como ya está sucediendo en otros países que nos llevan la delantera.

Sin embargo, a nosotros nos interesa el turismo y el transporte y, también, los errores de Von der Leyen y su equipo pueden suponer la pérdida del verano para una parte de los destinos turísticos europeos, con pérdidas millonarias. Es decir que ese “error” en un asunto tan delicado, tal vez incluso esas vacaciones desde el 23 de diciembre al 4 de enero de la Agencia Europea del Medicamento, cuya sede en Amsterdam estuvo cerrada durante ese tiempo, pueden suponer pérdidas incontables para la estructura productiva europea.

Que lo pasemos mal porque un virus se haya cebado con nosotros, se puede entender; que sea porque unos funcionarios públicos excelentemente bien pagados digan que se han equivocado es bastante menos aceptable. Y que ocurra lo que estamos viendo, que ni siquiera han de abandonar sus cargos y marcharse a casa, es encima oprobioso.