Desde siempre, desde que se construyó el primer hotel para el turismo de masas (aquel que es gestionado por turoperadores y que prácticamente no tiene venta directa), los economistas manifiestan su desconfianza con el modelo porque tiene mucho riesgo, mucha volatilidad. Esto se ha dicho desde siempre en Baleares y, en menor medida, también en Canarias.
Los economistas siempre han considerado que una fábrica de cualquier cosa es más segura, más tangible. O la producción agrícola, por supuesto.
Detrás de este punto de vista hay varias cuestiones ciertas que permiten defender esta postura: el turismo es un lujo, es de lo que uno debería prescindir antes, en caso de crisis; es una actividad que se puede hacer en España, claro, pero también en casi cualquier otro país del mundo. Y, desde luego, del Mediterráneo.
Estamos a expensas de los mayoristas, nos decían. ¿Y si el año entrante los turistas no vienen, qué haremos con tantos hoteles?
Afortunadamente, hasta ahora sólo las grandes huelgas mineras en Inglaterra y la pandemia de coronavirus fueron en esta dirección: en el primer caso hubo crisis, pero Alemania y el resto de Europa redujeron el impacto. En el caso de la pandemia, también hubo crisis, pero nadie se libró de sufrirla, excepto tal vez Amazon. Y el turismo salió antes. Al menos el turismo de sol y playa.
Sin embargo, la pospandemia está dándonos una lección: en toda Europa hay inflación, la renta disponible se está reduciendo, los salarios son más pequeños, nadie está hoy mejor que hace dos años, por ejemplo, la guerra de Ucrania y sus efectos en los combustibles se prolongan en el tiempo y, sin embargo, 2023 parece que volverá a ser un año récord en volumen y en precios.
¿Qué está cambiando?
Que el turismo, como la leche o los zapatos, ya no es un lujo, prescindible si las cosas van mal. La gente prefiere no cambiar de coche o no pintar el comedor antes que dejar de viajar al Mediterráneo. Incluso aunque el precio sea más alto que otros años, incluso aunque haya que hacer un sacrificio.
Desde luego, no era fácil criticar a los economistas que hace cincuenta años desconfiaban del turismo, pero es evidente hoy que no acertaban.
También llegan a Pompeya los límites al acceso de turistas
Rusia admite que 34 de sus 66 A320 no vuelan por falta de repuestos
Ya son seis los turistas muertos por beber alcohol adulterado
DANA: el temporal arrasa con la imagen turística de Valencia
La viral sorpresa de un padre a su hija cuando se iba de vacaciones
Cargando ...
Cancún: histórico plan para la zona hotelera y sus edificios vacíos
«Los Cabos estrenó dos marcas de gran lujo y abrirá otras tres más»
Hito en Tulum: recibe cuatro certificaciones de Playas Platino
Comisionista de Air Europa recibió disparos en su auto de lujo
Uno más de sus característicos artículos, es decir, con sentido común. No obstante debe comprender que cuando se habla a toro pasado es más fácil acertar.
Cuando la gente es capaz de vivir en condiciones insalubres 350 días para disfrutar 15 y ese argumento de kalite es utilizado por un opinador para ensalzar la fortaleza del Sector … una enfermedad mental muy seria atenaza a nuestra Sociedad.
Cunado hay crisis económicas que son cíclicas, las economías fuertes, fuertemente industrializadas caen menos, más tarde y se recuperan mejor y más rápido. Eso es un hecho indiscutible, pero algunos siguen pensando que una economía fuerte es exportar servcios -copmo es el turismo-. Bueno, yo vivo en una región fuertemente industrializada, y no la cambio por una fuertemente "turistizada". Ah, y oro hecho indiscutibla, las esconomías fuertes producen produectos -valga la redundancia. de mayor valor añadido, lo que implica que se puedan pagar salarios más altos y cuya renta económica es mayor. No hace falta que salga de España, lea, averigua e informese, y verá lo que es la realidad, claro que hay que restregarse al que te da de comer. Ah, y se le olvida decir -eso no debe interesar- que tenemos la mayor tasa desempleo de la UE, la mayor, con mucho, incluso que Grecia, de desemple juvenil, el país con mayor índice de pobres de la UE, tras Rumania. Vamos, el cuento de la lechera, y por cierto la tasa de inflación nominal es la más baja de Europa, cierto, solo que tenemos una inflacción sostenida por la subvención a los combustibes y a exención ibérica a la electricidad y el gas, pero el resto, los alimentos, alojamientos, etc. es igual o superior, y la subyacente es muy elevada, que al fin y al cabo es lo que importa.