Un rent a car me timó

En cierta forma me tengo merecido que me engañaran porque yo presumía de que me conocía todos los trucos. Pues no, van más de prisa en su genial creatividad. Yo conozco los engaños más simplones, pero esta gente avanza sin parar.

En un modesto aeropuerto de Centro Europa, llego al rent a car habiendo reservado el coche, como es muy frecuente, mediante un intermediario que me vendió su seguro. De manera que sólo era recoger el coche. Lógicamente, ya sé que me van a bloquear dinero porque para el rent a car yo no tengo seguro. Lo del seguro es posterior y no les incumbe. Encantadores, me lo explican y listo. Qué majos.

Paso la tarjeta y algo falla. “¿Se ha equivocado de número PIN?” “Creo que no”. Vamos de nuevo, ahora mirando las teclas con cuidado. Tampoco. “¿Ha olvidado el número?” ¿Cómo voy a olvidar el número? Vamos de nuevo. Y otra vez, y otra, y hasta cinco veces. Entonces tuve que reconocer que mi tarjeta no va.

“Pues no podemos darle el coche”. ¿No? “Déjeme que lo mire…. Um, sí, podríamos hacerlo de forma que no necesitemos un depósito suyo, o sea con el seguro a todo riesgo y cobrándole la gasolina por anticipado”. “Ah, ¡qué bien!” Había solución.

Yo me quedé contento de que el problema se pudiera resolver porque tenía por delante unos cuantos kilómetros hasta otra ciudad en la que tenía el hotel reservado y, como siempre en estas situaciones, no es plan buscar otro coche. Menos mal. ¡Qué majos!

Esa noche llamo al banco para ver qué ocurre, pero me contestan no han detectado ninguna incidencia con la tarjeta. A los dos días intento probar de pagar el hotel con la misma tarjeta que funciona sin error alguno a la primera.

En ese momento este listillo que se las sabía todas cae en que le han estafado con gracia y salero. Me han cobrado todo lo que querían cobrarme, sin insistir, con una avería del datáfono evidentemente falsa. Y yo encima les agradecí que me robaran un seguro que ya tenía y a un precio de oro.

¡Qué majos!

Mientras, la Unión Europea sigue buscándole la vuelta a las agencias de viajes, que a mí jamás me engañaron. Porque nuestros políticos europeos, pese a los tiempos que vivimos, no resuelven problemas sino hacen política.