Un virus más potente que Greta

Hace medio año, apareció en los medios de comunicación una chica sueca, de dieciséis años, que dijo que no viajaba en avión para no contaminar y dañar el planeta. Su grito tuvo un amplio eco en los medios, al punto de que SAS, la aerolínea estatal de Escandinavia, perdió dos o tres puntos porcentuales en su actividad. La protesta de Greta Thunberg, que así se llama, se extendió por el mundo, causando algunos problemas para la aviación en Holanda y Alemania, pero siempre causando caídas que no fueron superiores al cinco por ciento.

Este domingo, sin embargo, SAS dejaba de volar, aduciendo que no tiene sentido ofrecer aviones en un “mercado inexistente”. Nos está diciendo que se ha esfumado el mercado de la aviación. Al mismo tiempo, Qatar Airways anuncia la suspensión, por quince días, de todos sus vuelos mundiales. Easyjet deja de volar a España e Italia. Y así sucesivamente.

La aviación, ese dos o tres por ciento de la contaminación mundial, ha dejado de ser un problema porque está en vías de desaparición. Lo que nunca antes habría esperado de Greta, está a punto de ser una realidad.

Y no sólo eso, aunque Greta no lo pidió, hoy mismo las grandes ciudades de Europa no tienen coches, que suponen en total algo así como el treinta por ciento de la contaminación. Ni los camiones transportar suministros para las fábricas porque muchas cadenas industriales se han roto. 

En China, uno de los países más contaminadores del mundo, se han publicado fotografías de satélite en las que se ve Wuhan con el cielo limpio de nitrógeno, como no sucedía desde hace doscientos años, tal vez. 

Ni Greta, ni los ecologistas, ni Kyoto, ni las potencias del mundo han sido quienes han logrado este récord: todo se debe a un modesto virus, procedente de un mamífero chino, que alguien se comió –aunque ahora se dice que más bien parece procedente de un murciélago–. Si hemos de sufrir los efectos devastadores de esta crisis en el terreno económico, al menos disfrutemos un segundo de saber que recuperar el planeta no es tan difícil. Marzo de 2020 será el mes de menos contaminación mundial desde hace varios siglos.