Un lío es un lío, pero si es en Italia, todo es más complicado aún. Este primero de mayo marcó el primer día en el que los tornos para acceder a Venecia por los puentes que dan a la Piazza Roma o a la estación de Santa Lucía se pusieron en marcha. Igual que la entrada a Disneyworld, a partir de cierto volumen de entradas, los tornos se bloquean y ya no es posible seguir entrando. Una medida polémica que ya ha desatado protestas de los vecinos.
Esta es la primera vez que un destino turístico desarrolla tan extraña forma de limitar el número de entradas. Inusual, por supuesto. Es una iniciativa del alcalde, Luigi Brugnaro, que ha admitido que puede que las cosas no se hagan bien, pero que mejor es eso que no hacer nada.
Los italianos, los venecianos particularmente, han reaccionado como es habitual en ellos, con mucho ruido y aspavientos.
Durante todo el fin de semana, cuando los tornos ya estaban, hubo protestas porque generaron atascos de público. Los vecinos aducen que con esta nueva situación, los escasos cincuenta mil residentes en la ciudad se terminarán por marchar. En todo caso, es una decisión sorprendente.
El problema de Venecia aparentemente es insoluble: hay mucho turismo, lo que hace que los residentes se marchen. ¿Cómo evitar que la ciudad más bella del mundo termine por ser un lugar sin habitantes? Los precios de todo en la ciudad son exorbitantes, de manera que los residentes, incluso los que se dedican al turismo, prefieren marcharse a Mestre, en tierra firme, y venir cada día a trabajar a la laguna.
¿Está abriendo Venecia un precedente? ¿Llegaremos a tener tornos en otros lugares del mundo? ¿Esta es la forma en la que se ha de limitar el turismo? El asunto no es fácil de resolver. Y recordemos que Venecia es pionera en aplicar tasas a los turistas.
Francamente, todo suena extraño, pero es que nunca antes un lugar había tenido tantos visitantes.
Mallorca, Barcelona, Londres, Praga, etc, etc. Pero es que además esta masa de turistas provoca que haya muchos nuevos residentes (la mayoría con bajos salarios) que van a trabajar a esos destinos y crear más presión todavía a las infraestructuras y al destino en si. Porqué todo este sin sentido? Los nativos somos los que salimos claramente perjudicados. No necesitamos tanto turista y tanto nuevo residente forastero a quien el sitio donde ha ido a vivir le importa un pepino.