Julio: 9.400.000

Mientras España bate estos días todos los récords contabilizados de visitantes sus políticos continúan repartiéndose con gran primor y talento extraordinario “óbleas xacobeas” en la Carrera de San Jerónimo, acuchillándose por cuenta ajena, disparando con pólvora del rey (es decir, de los contribuyentes) y demostrando día sí y hora también que no llegan al calcañal al pueblo que los paga.

Durante los debates de la pasada semana a propósito de la fallida Sesión de Investidura –ni siquiera son capaces de dar vía a un gobierno al que podamos poner a parir que es lo suyo- apenas se habló de la primera industria nacional y sólo el candidato a primer ministro sacó a relucir en diversas ocasiones el florecimiento del turismo y sus logros como elemento de orgullo nacional y sus corolarios en la creación de riqueza y empleo. A los demás les trajo al pairo. Ellos están a lo que están. Esto es, a lo suyo.

Precisamente durante esos días se hizo pública la nueva cifra de visitantes durante el pasado mes de julio: 9.400.000 turistas que pasaron por nuestras ciudades, costas, monumentos, restaurantes, chiringuitos y pasarelas. Una cifra descomunal para un país en parálisis institucional y política que en gran parte vive a esas expensas.

Es verdad que las propuestas en aquel formato parlamentario corresponden al aspirante a formar gobierno, pero tampoco hubiera estado de más que los opositores -todos ellos aspiran a vivir un día en el palacio de la Moncloa- hubieran hecho alguna consideración al respecto. Comprendo que es más fácil recurrir al maldito Bárcenas, sacar de paseo la Guerra Civil, levantar el puño como si fuera algo moderno o reivindicar los extraordinarios y manifiestos logros de las revoluciones venezolana o cubana tan al descubierto en estos tiempos.

¡Menos mal que llegaron en julio 9.000.4000 visitantes! De lo contrario, ¿cómo demonios pensaban estos sujetos que podían cobrar sus sueldos y se podrían pagar los innumerables gastos que genera su inútil actividad? Uno de ellos, al menos, podría haber relatado sus experiencias el verano en curso en los chiringuitos de Vera (Almería), Mallorca o Canarias. El otro haber subrayado las bondades del Valle del Tiétar en la inmortal provincia de Ávila. ¡Ni por esas!

Todo ello viene a significar que el Sector poco puede esperar de los cocodrilos durmientes. Hay que tenerlo muy claro: no van a devolver ni un diezmo de lo que reciben. Así que manos a la obra y ajustar el euro –ni céntimo arriba- de lo justamente lo legal a la hora de llenar la caja pública.

LET`S GO MADRID

Aunque el enunciado de la campaña suena añeja (Fitur 2016), el hecho cierto y resaltable es que la Comunidad de Madrid y su coaligado “Ciudadanos” -cuyo líder Ignacio Aguado está empeñado en llevar a la presidencia del Gobierno a Cristina Cifuentes (sic)- han aprovechado el primer día de septiembre para reactivar la campaña turística de Madrid. Menos da una piedra.

Por lo visto el impulsor de la misma es el director general de la cosa, Carlos Chaguaceda, quien pasó de trabajar en RTVE a Coca-Cola y servir desde ahí a las órdenes de uno de los personajes más chorroborros que jamás he conocido, un tal Marcos de Quinto, mitad pijo, mitad progre o nada de lo segundo y todo de lo primero. Chaguaceda fue nombrado director general de Turismo de la CAM y creo que fue un acierto. Por de pronto, proviene de la sociedad civil y creo que sabe leer un balance sin aspavientos ni necesidad de ayudantes. ¡Qué buen vasallo si hubiera buena señora!

Porque Cifuentes vende el turismo de Madrid con el mismo entusiasmo que pudiera hacerlo de una marca de pantys o de unas ristras de butifarra. Es puro chicle político o si me apuran cartón/piedra. Pero está ahí con toda la ambición por completar.

Madrid -pese a la inmensa suciedad de la ciudad de Carmena- está demostrando su enorme capacidad turística y eso que no tiene playa. De momento porque estoy seguro que en algún momento la inmortal Cifuentes pondrá puerto de mar en el Manzanares. Chacotas al margen lo que ocurre en Madrid en relación con el aumento del turismo es un ejemplo de lo que escribíamos en semanas anteriores.

Como haya finalmente que ir a votar el 25D, todo parece indicarlo, España podría recurrir de nuevo a su mucho talento entre el pueblo llano para pergeñar frases cachondas e ingeniosas que sean fácilmente inteligibles para un anglosajón o un teutón.

El problema es que ya no hay dinero público siquiera para abonar siquiera las ocurrencias.