Las ideas son las que mueven la Historia. Esta verdad de Perogrullo hay que recordarla en ocasiones por estos lares, desérticos y angostos donde la funesta manía de pensar antes se pagaba con el garrote y ahora con el desdén.
Lo que sucede que las ideas rompedoras, salidas necesariamente de mentes distintas y aún transgresoras de la realidad existente, tienen que compadecerse con la vida real que llevan los que proponen algo nuevo.
Bien. Escribo lo anterior a propósito de la idea de Kike Sarasola –exitoso según parece en Room Mate-- de utilizar a los buques Piolín para alojar a los trabajadores del sector turístico en aquellos destinos marítimos que carecen de alojamientos suficientes y necesarios para los operarios. No me parece una mala idea. Salvo que esos “piolines” no cumplan con los requisitos básicos para hacer que el alojamiento de los empleados turísticos goce de un mínimo de dignidad humana y personal. Es, por tanto, una idea a tener en cuenta. Supongo que Sarasola ha pensado también en sus propios trabajadores.
Digo lo de las ideas y la corresponsabilidad de la mismas en la vía práctica porque hace tan solo unas horas que durante el acto de entrega de Premios de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE), uno de los distinguidos, Antonio Catalán (AC), reivindicó sus ideas sobre la Reforma Laboral, el aumento de sueldos a los empleados del Sector y el tratamiento justo al colectivo de trabajadores. Catalán tiene la ventaja de vivir como dice pensar, algo raro por estos lares.
Creo que Sarasola (Kike), tan diferente, piensa hacer lo mismo. Sería bueno que las mejores intenciones empresariales para proteger la dignidad de los empleados se sustanciara en algo comprobable y visible. No sólo porque ello redundaría en favor de esas empresas que tienen contentos a sus trabajadores, sino también para el prestigio del turismo español en el mundo. Es claro que un empleado contento producirá más y mejor, sobre todo, en algo tan visible como son los servicios.
Kike, no nos lo cuentes. ¡Hazlo!
UN 5 POR CIENTO MENOS EN CATALUÑA
No es que sea mono tema, Es que el caso catalán resulta inevitable. Por la magnitud del intento, por la gravedad del daño infringido, por los perjuicios enormes que para todos los españoles ha propinado.
Pues bien, como he escrito en otras ocasiones, los datos son más importantes que las opiniones. En el mes de octubre del presente año, el número de turistas que han visitado este territorio han disminuido (sólo durante treinta días) casi un cinco por ciento; mientras, en el resto de España las visitas aumentaron casi un tres por ciento. ¡A la vista el paño está el desengaño!
Ahora pueden venir a decir los responsables de esta debacle lo que les venga en gana. Pero deberán preguntar a hoteleros, compañías aéreas, taxistas, comercios, casinos, restaurantes, cafeterías, qué opinan ellos de este descenso. Y si ese descenso conlleva la reducción de empleo, cosa obvia por lo demás. Vuelvo a insistir: los afiliados a la turismofobia que se mostraban tan activos y ufanos durante el pasado verano en Barcelona y otros lugares de Cataluña, deberán responder ahora a sus proclamas.
Si todo quedara en Cataluña hasta se podría hacer algún brindis. El problema es si cunde el ejemplo y en Baleares, Valencia, País Vasco, etc…, deciden también subirse a ese carro.
He dicho y escrito muchas veces, en este mismo papel digital, que no se puede jugar con las cosas de comer. Especialmente, con los empleos y el modo de subsistencia de los más débiles que, al final, siempre son los trabajadores por cuenta ajena.
A pesar de los avisos, persisten en el error. Y en su deriva.
jajajaja! Ingenioso articulo.
Mister Graciano deja pasar un pequeño detalle a cerca de la genialidad de sarasola. Y es que este sugiere que las autoridades deberian tomar cartas en el asunto.
Esta es la forma mas o menos sutil de mencionar a los impuestos.
Como es bastante aceptado que no se debe pastelear sobre el derecho contitucional a la libre empresa (cosa que se ha mencionado de forma reiterada en laudos y sentencias contra derechos de trabajadores tambien constitucionales) no hay motivo para impedir que el sr. Sarasola haga negocio de su idea.
Asi que en eesto, de acuerdo con Graciano. Sarasola, hazlo.
Pero deja en paz mis impuestos.