Lopesan, intocable e imbatible

Día 27 de mayo. En el Palacio de Congresos Alfredo Kraus de Las Palmas está congregado todo el mundo del turismo de Canarias. El presidente del Gobierno insular presenta por todo lo alto el plan de turismo. No falta nadie, salvo el cuarto hombre más poderoso -de acuerdo con el ranking anual de El Mundo- Pedro Luis Cobiella. El responsable de Turismo ha movilizado a cualquiera que es alguien en el Sector.

Paulino Rivero, tinerfeño, ha querido dar a conocer en la Isla vecina las líneas maestras de lo que va a ser la estrategia turística del Archipiélago para los próximos años. Un acto en territorio en el que electoralmente tiene poco donde rascar. Fernández de la Puente lleva el día a día del Turismo canario pero el responsable máximo es Rivero. Los presidentes de las patronales hoteleras arropan al presidente del Gobierno de las Islas.

Antes de que la directora general desvele el contenido del plan, Rivero se rodea de la flor y nata del mundo turístico. Allí están Fernando Fraile, líder de los hoteleros de Gran Canaria, y Jorge Marichal, líder de los hoteleros de Tenerife, al igual que un invitado de Madrid que no se pierde un acto oficial para justificar su sueldo. Pero Paulino Rivero busca y encuentra a Eustasio López, dueño de Lopesan. Es al que más caso hace.

Las atenciones de Rivero no pasan desapercibidas para los observadores. El presidente de los canarios y el empresario gran canario centran las conversaciones antes de los discursos. ¿Significativo? Lopesan es el principal empresario hotelero de Gran Canaria, la isla zarandeada a diario por el periódico de más tirada de la isla tinerfeña. Pero a Rivero le da igual: Eustasio es mucho Eustasio y encima está en su terreno.

Día 16 de marzo de 2010. El presidente de Canarias se reúne en la sede del Gobierno de Canarias en Santa Cruz de Tenerife con los grandes del turismo español. Rivero lleva meses intentando organizar un encuentro al más alto nivel con los notables del mundo hotelero. Encarga a su entonces secretario y hoy consejero de Economía que coordine la reunión. Después de cuadrar las agendas, se fija la fecha indicada anteriormente.

Acuden los propietarios de Meliá, Iberostar, Barceló y Riu y se excusa el de Bahía Príncipe, que se halla en el Caribe. Semanas antes de la reunión, Rivero coincide en el Meliá Cohiba habanero con la persona a la que había recurrido su secretario para contactar con los grandes. Rivero le dice a éste, en el hall del hotel, que sólo quiere a los grandes y que no es aconsejable la presencia de los presidentes de las patronales.

Riu, Escarrer, Fluxá y Barceló preparan los temas a debatir con el presidente del Ejecutivo canario en el Meliá Victoria de Palma. Los dirigentes de las patronales están que trinan por no contar con ellos. Desde las patronales se sugiere que también acudan representantes de otras cadenas como H10, e incluso se insiste en que esté presente el presidente de Globalia. Pero Rivero ha dicho que solo vayan los más selectos.

A las 10 de la mañana, Rivero los recibe en la llamativa sede. Estos habían mantenido otra reunión una hora antes del encuentro, en el Mencey. Están convencidos de que son ellos cuatro los únicos que acudirán a la reunión. Pero no es así: allí les espera el presidente de Lopesan. Ni el presidente del Botánico, ni el de Seaside, ni Fraile, ni Santana Cazorla, ni Cabrera: sólo Eustasio López. ¿Significativo? Más claro, agua.

Vamos, por si había dudas de que este empresario es el Rey del mambo del turismo canario, el que reparte el bacalao mal que le pese a más de uno. Con el antecesor de Rivero, el añorado Adán Martín y su echada para adelante esposa y responsable de Turismo, Pilar Parejo, el dueño de Lopesan no hacía buenas migas. Pero era un poder fáctico. Ahora lo es mucho más. No reconocerlo es una equivocación.