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EDICIÓN ESPAÑA

Apuntes de fin de año

De vuelta en España para pasar en familia los días de Navidad, me sucede como al que hace tiempo que no ve a un amigo, que se da cuenta si se conserva bien o ha envejecido. A mí me pasa lo mismo, cada varios meses vuelvo a España y mi percepción no es del día a día, por tanto de cambios apenas perceptibles, sino  de varios meses y, en consecuencia, de cambios evidentes. Encuentro a España mucho mejor. Se nota mucho que la economía está mejorando. Queda mucho, es verdad, pero es obvia la mejora. Ahora bien, me preocupan los síntomas negativos que siempre en economía acompañan a los positivos. El primero, el servicio. Ha vuelto a empeorar. Hace unos meses había miedo y se notaba que quien tenía un empleo lo valoraba como un tesoro. Ya no. Volvemos a los malos modos, a las malas caras, a la desidia. Por otra lado, los medios de comunicación nos bombardean con declaraciones de políticos que claman por la vuelta al incremento del gasto público. Y sigo sin echando de menos planes de alguien sobre lo que debe hacer España para desarrollar nuevos sectores económicos que diversifiquen la economía y creen empleo. El dolor de estos últimos años debería servir para algo, deberíamos haber aprendido. Deberíamos saber a estas alturas que nuestro  modelo económico y social no es sostenible y que el ‘sostenella y no enmendalla’ solo nos llevara a la próxima crisis y a la destrucción de las oportunidades de nuestros hijos y nuestros nietos. Sin acritud y sin necesidad de señalar culpables, deberíamos discutir y votar basados en modelos económico-sociales que respondan a una pregunta, ¿cómo hacemos una España mejor para nuestros hijos?. Y por mejor me refiero a un país con una educación de calidad, en un entorno no contaminado, a la no esquilmación de nuestros recursos y, especialmente, a un país con un nivel muy inferior de deuda pública. En mi opinión nuestros hijos y nuestros nietos se lo merecen.

 

Por otro lado, he asistido atónito en estas últimas semanas a las reacciones a la bajada del precio del petróleo. En primer lugar es una noticia muy buena para todos menos para los países productores, las empresas relacionadas con la extracción, refino, producción e infraestructuras petrolíferas y los inversores en materias primas “barra” petróleo. Es decir, es una buena noticia para el 99% de la humanidad. Pues bien, en ocasiones parecía un funeral. Extraño. Prefiero no entrar a analizar el porqué. En segundo lugar, en países como Singapur, donde resido, los precios se ajustan cada día y reflejan la bajada de los precios automáticamente y de forma completa. En España no. Hay quien dice que el Gobierno es el primer interesado en no bajar los precios para seguir recaudando los impuestos correspondientes a un precio mucho más elevado que el precio de mercado. Me cuesta creerlo. Los que no somos de extrema izquierda pensamos que un euro más en el bolsillo del ciudadano genera mucha más riqueza que un euro más en Hacienda. No creo que nuestro gobierno sea de extrema izquierda por lo que espero que no sea verdad esa sospecha de gente con la que hablo y que el Gobierno se empeña en trabajar en los mecanismos que hagan que los ciudadanos y las empresas se beneficien inmediatamente de un precio de los combustibles más de un 40% inferior al de hace unas semanas.


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