En los últimos dos meses hemos recibido noticias poco alentadoras sobre la marcha de la economía en China; las bolsas de Shanghai y Shenzhen se han desplomado, la economía se desacelera y se producen desastres como las explosiones del puerto de Tianjin. Se nos olvida matizar, que aquellas mismas Bolsas crecieron por encima del 100% en los últimos doce meses o que un crecimiento del 7%, que es el actual en China, no se ha visto en Occidente ni después de la Segunda Guerra Mundial.
Me caben muy pocas dudas de que China es una extraordinaria potencial económica y que cada año lo será más. No sé cuándo adelantará a Estados Unidos, pero a mis 49 años, creo que viviré para verlo. Es cierto que China tendrá que afrontar desafíos enormes: la contaminación, las diferencias económicas entre la China urbana y la rural y el liderazgo del Partido Comunista en una sociedad profundamente capitalista. Pero los superará, con dolor, pero con éxito.
¿Por qué pues las malas noticias, la mala percepción? Fundamentalmente por dos motivos. En primer lugar, China es enorme, mayor que Europa, y sus modos y maneras son diferentes. En Europa cuesta entender el tamaño y es casi imposible aceptar que la forma de entender los negocios, la política, la vida misma en China ni es ni quiere parecerse a la de la “vieja Europa”. Si seguimos mirando al mundo a través de nuestros ojos europeos , nunca conseguiremos comprenderla. En segundo lugar, los medios de comunicación en Occidente tienden a reportar sólo lo que ha pasado en los últimos días, sin ponerlo en perspectiva histórica, ni siquiera en el contexto de los últimos doce meses. Así, se incurre en contradicciones. Los mismos medios que, siguiendo a sesudos economistas, decían hace unos meses que China debía centrarse en el consumo interno y desacelerar, ahora entran en pánico porque eso mismo está pasando!.
Mi consejo a empresas e inversores españoles es que sigan apostando por China. Por allí pasa una parte, tal vez la más importante, de su futuro. Hagan, eso sí, los ejercicios debidos de estrategia, planificación y presupuesto. A China no se va por intuición, ni buscando chollos. A China se va con los deberes hechos.
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