Hay que apoyar a Thomas Cook

A Thomas Cook no le salen las cuentas y las salidas de tono hacia sus proveedores son cada vez más ásperas. En una época en que los empresarios turísticos no pueden asumir más cargas imprevistas, deberían ser las administraciones públicas de los países receptores las que proporcionaran un desahogo económico al gran touroperador europeo.

Cuando el año pasado la división de Reino Unido quiso obligar a los hoteleros españoles a aceptar un descuento del 5% en las facturas pendientes, la dudosa maniobra se atribuyó a su CEO, Manny Fontenla-Novoa. Hoy Fontenla ya no está, se lo llevó volando el mismo huracán de pérdidas que a Joachim Hunold, exCEO de Air Berlin, y pese a ello la estrategia acaba de repetirse en términos muy similares: la mayorista exige a algunos touroperadores franceses que aumenten un 1,5% las comisiones que pagan por vender sus productos.

Lo que indica que las dificultades perduran y son de calado. Tampoco a las instituciones públicas españolas les sobra el dinero, pero con la drástica decisión de ayudar a nuestros principales proveedores demostrarían que el turismo es una prioridad en la agenda política al menos a la altura de ciertos carriles-bici. Podría articularse como acuerdo de co-marketing o como una subvención encubierta –de esas que recibe Ryanair a mares- y nadie se llevaría las manos a la cabeza.

Sería lo más justo, teniendo en cuenta que del turismo no se benefician solo hoteleros, agencias y touroperadores, sino también oferta complementaria y un amplísimo abanico de industrias auxiliares y de servicios. ¿El Estado sacando las castañas del fuego a los empresarios turísticos? Porque debería ser el Gobierno central el que llevara la voz cantante, y no comunidades autónomas endeudadas hasta las cejas. Por una vez sí, como hace con otros sectores que contribuyen al PIB en mucho menor grado, como el agrícola, o bien no se consideran estrictamente productivos, como la construcción. Demostraría que en el momento de la verdad no necesitamos un Ministerio de Turismo y que incluso una Secretaría General nos basta para actuar con eficacia cuando se trata de reflotar al sector, porque las buenas ideas no dependen de rótulos.