Ministerio de Turismo: es el momento y la ocasión

Mientras media España se chotea de los dirigentes políticos -¡qué remedio!- y otra media se torra con la canícula veraniega, los alaridos empresariales y profesionales por contar con un Departamento propio que se dedique “full time” a los asuntos de la primera industria nacional –prácticamente la única que queda "made in Spain"- van en aumento.

Mi amigo Aniano Gago, uno de los periodistas más solventes que me he encontrado a lo largo de mi ya dilatada carrera como observador, le preguntaba a José Luis Zoreda, y éste respondía que “al turismo no se le da el valor que tiene”.

Probablemente sea como dice el vicepresidente ejecutivo de Exceltur pero me permito modestamente recordarle que ya el buen paño en el arca no se vende como antaño. Ahora si no sales sencillamente no existes. Punto. Claro que el sector goza de escaso reconocimiento en términos fácticos, quizá porque resulta extremadamente heterogéneo.

Cuanto mejor le vaya a cada uno mejor terminará por irle al resto y los clientes podrán utilizar más los diversos servicios.

LAS ADMINISTRACIONES

Miren, los poderes públicos solo hacen caso y se interesan cuando o bien te temen o bien les das mucho la murga. Cuando se inventó el llamado Estados de las Autonomías una de las primeras competencias que se cedieron fue el turismo. El gobierno de la Nación se vació de contenido en esta materia, salvo para la promoción internacional de España.

Treinta años después resulta que el Sector tiene que lidiar con 17 normativas distintas y aún distantes tanto para abrir un restaurante como para levantar un hotel. Un carajal, un dislate, una aberración en considerandos mayores.

De ahí que se necesita como el comer una interlocución única en las grandes cuestiones. Puede ser un Ministerio para el Turismo sólo y exclusivamente para el Sector no que se mezcle con la Industria, la Energía o el sumsum corda.

Resulta, mis queridos amigos, que hay algo que empresarios y profesionales no terminan de entender. Como el Sector sigue creciendo por causas diversas y no monta cristos, el poder público está más interesado en apagar fuegos por otros lares.

Ahora con las actuales urgencias políticas es la gran ocasión. Sugeriría que los representes más cualificados del Sector hagan ver “magnis itineribus” y consigan que el Turismo dependa directamente de la cúpula del poder nacional, esto es, de la Presidencia del Gobierno con un ministro “ad hoc” que reporte directamente y sin intermediarios al primer ministro. Es de ley y de justicia. Conozco bien el complejo y gripado aparato del Estado como para hacer esta propuesta. Si es que de verdad queremos que nos tomen en serio y no despachen las inquietudes del 11 por ciento del PIB de un bajonazo.

Insisto: es el momento y la ocasión.

COOPTACION

Escrito lo anterior hay que ir a supuestos máximos. La responsabilidad política de pastorear el Sector no puede quedar en manos de indocumentados o arribistas sin ancestro a los que viene bien presumir de lo mucho y bien que funciona el asunto y colocarse algunas medallistas con ocasión de FITUR. Con las cosas de comer no se juega.

Tanto si el próximo gobierno se muñe a diestra o sinistra el responsable del Turismo debe salir entre los mejores conocedores de ese negocio incrustados en la economía real. Dicho de otro modo, en manos de alguien que sepa y entienda.

No es lo mismo redactar normativas desde la Abogacía del Estado –que siempre quedan monas e impolutas-que esas normas asienten sus reales sobre la realidad, valgan todas las redundancias.

Es la hora, el momento y la oportunidad.

Luego no valen lloros.