Hay cosas que solo se dan en el viejo y cuarteado solar Ibérico dentro del vasto territorio de la Unión Europea. ¿Será el sol? ¿Acaso la contradicción tan ancestral como hispana entre lo que se cacarea y lo que se practica?
El caso es que han pasado ya 27 años de la caída del Muro de Berlín pero algunos personajes se empeñan en lucir en las solapas de su traje los polvos de aquel derrumbe histórico que convirtió el mundo en unipolar y decreto “El fin de la Historia y el último hombre” al decir del clarividente profesor de la Universidad de Yale.
Conozco periodistas (muy conocidos por sus apariciones en televisión) que no tiene reparo alguno en decir que se hicieron profesionales de la cosa para “defender a los pobres”. Pero no dicen que entre esos pobres se encuentra el presidente de ACS Florentino Pérez, que como todo el mundo sabe, tiene problemas para pagar el recibo de la luz. ¡Enternecedor!
Determinados profesionales –no todos- dejarían luego paso a sus empleadores –no todos. La sociedad española ya va luciendo canas en su madurez democrática para tener que soportar chorroborreces al uso. Insisto: los que se aprovechan del sistema basado en la libertad para intentar socavar si interesa el sistema. Naturalmente, por precio me malicio. Y me malicio con causa.
GRUPO MOLL
En el encuadre anteriormente descrito podría titularse con justeza objetiva al Grupo Moll, unas cabeceras periodísticas concretas con intereses al pairo. Nació y se desarrolló en base a la inteligencia de su patrón/empresarios, favores concretos de gobiernos concretos –los de aquel PSOE del gran Felipe González- y de sus magníficos periodistas. De ahí que pulule el referido grupo mediático con éxito y gran cuenta de resultados que les permitió intentar quedarse con el diario El Mundo por unos módicos cinco millones de euros. Ello no es óbice para que los medios del discreto aragonés, Javier Moll de Miguel, Zaragoza, conocido como el “rey Midas de la prensa regional, dejen de sorprender a propios y extraños…Dentro de un orden, naturalmente, porque aquí ya conocemos de qué pelaje trastabillea cada cual.
Hace algunos meses uno de los empresarios más señeros del sector turístico español, con ancestros familiares de gran calado mallorquín y con asiento en los principales “lobbies” de emprendimiento de España –desde el Consejo de la Competitividad al Instituto de Empresa Familiar- me contó el posicionamiento informativo y editorial de la principal cabecera del Grupo, “totalmente volcado a favor de la izquierda política y social que no ve con buenos ojos ni a los empresarios del Sector ni siquiera nuestra propia actividad como empresarios…”.
Como me lo dijo lo escribo, entrecomillado y tal. ¡Por favor, no disparen al pianista! Resulta que el tal Javier Moll ha llegado a ser, incluso, presidente del selecto Instituto de Empresa Familiar (IEF) y luego en sus medios llegan a poner en cuestión el propio ser del ser y sentir empresarial.
-¿Por qué?, pregunto.
-Porque a él le va bien dando carrete a los que nos quieren ver colgados de un árbol…., me contestan.
Hace unos días un periodista de inteligencia granadina, con una pituitaria que ha navegado ya por cien mares y atracado en mil riberas, me remitió un artículo clarividente al propósito que nos ocupa. El artículo en cuestión, titulado “Mallorca rompe sus costuras” sostiene que no hay isla para todos. Dice que durante el pasado mes de agosto hubo “llamadas de auxilio” del comercio mallorquín y de las empresas de transporte, “desbordadas más allá de sus ambiciones más ácidas…”
El autor sostiene que se trata de un modelo de negocio en el que se vende lo que ya no se da y preconiza un debate social promovido por los residentes que se ven expulsados de sus playas “perdidas bajo las toallas del exceso de humanidad”. Añade: “falta aire y sobra humo…Todo está saturado de humanidad…Dos de cada tres turistas no volverán…”
A ecologista no me gana nadie pero una cosa es una cosa y otra la bien distinta. Pero me gustaría que en mi pueblo mesetario tuviéramos alguno de los problemas que denuncia el articulista. ¿Qué los comerciantes se quejan de los muchos clientes que acuden a sus establecimientos? ¡Joder qué chollo! ¿Qué los empresarios de rent-car ponen el grito en el cielo porque alquilan más de cien mil vehículos? ¡Dónde está ese negocio!
Lloriquear a linotipia batiente de que un destino tiene éxito es algo que en los tiempos de penuria generalizada que nos circunda no tiene mucho recorrido. Es como si alguien pusiera el grito en la celulosa porque los diarios de Moll talan muchos árboles para imprimir sus productos. “In médium virtus”, decían los clásicos. El turismo y su industria, que es la más limpia que existe, puede y debe ser compatible con el crecimiento y el negocio.
De lo contrario siempre habrá “malvados” (naturalmente) que pudieran proponer que Baleares vuelva a la economía de los años 40 y todos a zurcir el cuero y a criar perlas Majorica, si hubiera alguien que les compre. De aquella manera a sus residentes nadie les podrá birlar su espacio en las playas, habrá agua por doquier y el aire será de tal calidad que podría envasarse. Comprendo que determinados empresarios del Sector sientan la tentación de hacerse con algún control de alguna prensa “seria”.
Mesura, please.
Como siempre, mas de lo mismo.
La verdad es que el articulista lleva toda la razón. Los empresarios van cada uno a lo suyo aunque pongan en peligro el armazón fundamental del sistema.
No recuerdan lo que pasó en Cuba, ni en Venezuela, ni en Nicaragua. ¡Allá ellos!