Nada personal tengo contra el director del Patronato de Turismo Costa Brava Girona ni contra el nuevo director general de Turismo de Barcelona. Sin embargo, el nombramiento del primero me pareció en su día poco estético y el del segundo, ahora, antiestético e ineficiente. El primero, aunque vinculado empresarialmente al sector turístico, llegó por haber sido previamente alcalde -de Blanes- y presidente del patronato que luego pasó a dirigir. Indudables sesgos de perfil político en su nombramiento, pues. El segundo llega al muy bien remunerado cargo que ya anteriormente fue refugio temporal de otro político, que algo aprendió allí, amén de obtener provechosas relaciones empresariales con ello.
Siendo innegable que hay una diferencia abismal entre una carrera profesional en el sector privado y una en la política y/o el sector público de ella dependiente, en el relevo en Turismo de Barcelona la politizada elección -tomada en connivencia entre políticos y algunos empresarios pegados a ellos- se ha disimulado con la interesada colaboración de una firma de headhunting altamente politizada. Tanto como que recientemente acogió en su seno a la descabalgada ex presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid. Y algún que otro profesional se debió dejar seducir por el canto de sirenas, inexistentes como es sabido. Ilusionados y con sus méritos a cuestas, alguno que otro debió acudir a la llamada, confiado en ser incluido en una terna donde supuestamente acaban los mejores candidatos. Aunque dentro de ella ya debía estar el “tapado” político escogido de antemano para el cargo. A falta de la sutil maniobra del bien pagado cazador de talentos que se presta a marear la perdiz y a dejar en el camino piezas malheridas en las que nunca puso realmente su punto de mira. Malo para nuestro sector y peor para el suyo.
No es extraño en estos tiempos de crisis del régimen político español de los últimos decenios que políticos del sistema establecido se ocupen los unos del bienestar de los otros ante el desmembramiento de la nave del poder alternante. Así lo parece cuando quienes ahora gobiernan Barcelona -y el empresario inseparable de los políticos aferrado a cargos asociativos- deciden colocar a un descabalgado de un partido opuesto al suyo en un cargo que en teoría desempeñaría mejor un profesional sin vinculaciones con la política. Puro pasteleo. Y a pesar de que no basta con que la mujer del césar… Y es que el nuevo director general de Turismo de Barcelona ha estado activo en la política desde que era estudiante universitario de Filología hasta hace pocos meses. En su larga trayectoria política, salvo breves periodos de profesor de lengua inglesa, ha desempeñado sucesivos cargos políticos que culminaron en el de consejero de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Generalitat Catalana durante ocho meses y luego en el de primer teniente de alcalde de Barcelona.
Lo dicho: personalmente nada tengo contra él. Y le deseo suerte. Aunque tal vez no la necesitará. Porque el organismo al que irá recibe ya millonarios ingresos de la tasa turística para sacarlo del grave desequilibrio patrimonial que le dejó la debacle de Spanair.
Que un licenciado en filología acabe de conseller de Agricultura da buena prueba de la calidad de nuestra democracia y de la salud de nuestras instituciones. Pero que las empresas privadas contraten a políticos "en excedencia" da buena prueba de la corrupción sistémica que ha podrido ya al Estado, de arriba abajo. Y no sólo las energéticas, que también. El Sector turístico es retiro dorado para "don nadies" que no saben de nada pero...que tienen "contactos". Y hoy en día, los contactos, son oro...público...pero oro al fín de cuentas.