En este verano han seguido abriéndose los mercados emisores hacia España de Rusia y países de su entorno por su anterior vinculación durante la desaparecida URSS. Unos mercados que si bien siguen siendo cuantitativamente no demasiado relevantes en términos estadísticos de viajeros -la nota de prensa de Frontur sobre julio ni los menciona- son algo más interesantes desde otros indicadores de tipo cualitativo como son el número de días de estancia -entre 10 y 15, porque no son de corta distancia-, el gasto en paquete -entre 600 y 800 euros-, el tipo de alojamiento -hoteles de 5 y 4 estrellas, y apartamentos y villas de alquiler quienes viajan por libre- y el gasto por persona y día, del que saca provecho la desamparada oferta complementaria: gastronomía, visitas culturales, excursiones y compras de joyería, ropa y zapatos.
También proliferan los rusos en los campos de golf y hoteles dedicados a este segmento. En definitiva, los rusos son unos clientes buenos para una oferta turística española necesitada de consumidores que revitalicen la demanda desde la perspectiva de un gasto más elevado, inherente a un poder adquisitivo mayor que el de los mercados maduros y masivos. Estos mercados emisores son como agua de mayo para algunos destinos y empresas pioneras, y salvan los muebles a otras.
Lejanos quedan ya los años en los que la oferta de aquí acudía a la MITT de Moscú sin grandes esperanzas. El reto, ahora, es seguir adecuando la oferta a la gran demanda potencial que existe, más allá de la real habida hasta ahora. Y dos cosas pueden contribuir a que la demanda potencial se convierta en más demanda real. En primer lugar, que las empresas de la intermediación y del transporte aéreo apuesten más por sacar partido de la emergencia viajera rusa.
Y, en segundo término y supeditado al desarrollo de lo anterior aunque no por esto menos importante, que aumente el número de profesionales que hablen lengua rusa. Los clientes rusos –y de los países que por su pasada pertenencia a la órbita soviética también hablan dicha lengua a pesar de poseer otra propia- quieren ser atendidos en ruso. Y que haya más compañías aéreas y más vuelos directos -sobre todo fuera de la temporada alta es fundamental para la progresión de la demanda, como lo fue la reducción de trabas en visados.
En Baleares, se ha pasado de cinco compañías aéreas en 2011 a once en 2012. El número de turistas en este archipiélago se estima que este año rondará los 180.000, muy por encima de los 120.000 de 2011 y de los 40.000 de 2006, un año significativo. En Cataluña hubo empresas pioneras en apostar por los rusos y tanto en la costa tarraconense y en Reus como en Barcelona muchas empresas disponen de traductores nativos -abundan las estudiantes de postgrados- que facilitan el entendimiento con quienes quieren comprar. Del “que vienen los rusos” se pasa a “los rusos están aquí”. Y se debe buscar y lograr que sean más, y no solo en temporada alta, porque hay segmentos que no buscan sol y playa.
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