Tras el subidón "récord" 2017 con los ya famosos 80 millones de visitantes; tras el atracón en vena de FITUR; tras conocer que media docena de los más ricos de España son hoteleros y otros tantos del sector; tras el "rally" gubernamental por sacar rédito político a los 80 (entendible), quizá ha llegado el momento de reflexionar en común de cara al futuro que ya tocamos con las yemas de los dedos.
En efecto. Toda la comunidad española es consciente de que el récord de marras ha supuesto un subidón de adrenalina en el imaginario nacional, precisamente cuando más se necesita. Casi todo el mundo sabe también a estas alturas que esa morterada de visitantes ha dejado otra no menor: 87.000 millones de euros en las arcas hispanas que han sido el principal impulso para el producto interior bruto (PIB), sobre todo en los meses estivales. Esa cifra supone un aumento nada despreciable, el 12,4 por ciento más respecto a los ingresos obtenidos en el ejercicio 2016 que también resultó magnífico en lo referente a ingresos macro. También en lo referente al empleo, el Sector tuvo un comportamiento extraordinario: 2,26 millones de ocupados, lo que viene a suponer un incremento del 4 por ciento siempre referidas las cifras al 2016. La Seguridad Social tuvo su aquel. El Turismo afilió a más del 12% del total, una proporción jamás alcanzada hasta la fecha.
CUESTIONAR EL MODELO
De modo y manera, queridos amigos, que cualquier análisis al respecto debe concluir –sobre frías cifras– de forma muy positiva. Y es precisamente desde esa confianza en el presente lo que nos debería conducir acto seguido a preguntarnos por el futuro. Porque hay una cadena de datos –gasto medio por turista, días de estancia, duración media de esos viajes, etc...– que nos tendrían que hacer reflexionar acerca de la calidad de nuestro turismo.
¿Qué coste tiene, a nivel interno, nacional y doméstico, el hecho de tener que soportar a 80 millones de visitantes? Hay que insistir en que vengan, claro, es una bendición, pero ello no debe condicionar la pregunta. Una de las dudas persistentes tras el ejercicio 2017 es la "sostenibilidad" del mismo, especialmente en determinados territorios y durante momentos álgidos del año. Quizá sean las Islas Baleares el mejor ejemplo sobre el que realizar los interrogantes. Ahí el índice de presión humana ha crecido el 47 por ciento en los últimos veinte años. Y hay que hacerse preguntas con conclusiones y respuestas adjuntas para no dar huevos a batir y alas a la turismofobia.
Quizá alcanzados ya los 80 millones llega la hora de calidad. De la calidad del visitante que siempre es algo anejo a su poder adquisitivo. Dicho de otro modo: hay que ponerse las pilas. Los empresarios, los ejecutivos, los trabajadores y las cinco administraciones que pagamos y padecemos. Es el mejor momento para ello.
LO DEL MUCHACHOTE INGLÉS
Chris Haslam es un muchachote inglés que ha escrito recientemente en el famoso Sunday Times una guía para "ser español" con destino a los 18 o 20 millones de británicos que aterrizan en la vieja Iberia o Hispania.
No seré yo quien deje de respetar la libertad de expresión o los pareceres tan subjetivos del mencionado Haslam a quien le están dando para el pelo en las redes sociales. Sinceramente, esas caricaturas que don Chris hace de nosotros podrían ser un tanto o un mucho ciertas hace treinta o cuarenta años. Ahora no, si entendemos el colectivo de 47 millones de españoles como tal.
Francamente, Haslam, prefiero quedarme con esos vocingleros españoles que "tiran al suelo todo lo que no se pueden comer o beber" en un bar, que con la decrepitud humana de tus paisanos en Magaluf (Mallorca) o con esa ingente legión de borrachos en Benidorm "made in British" que avergüenza a la propia condición humana.
Además, que yo sepa o me conste, los destinos turísticos españoles, especialmente en la costa mediterránea, no tienen por qué parecerse a esos decadentes clubs ingleses en los que se ciscaba Winston Churchill.
¡Chris, majete, te has 'pasao'!
Ahora usted opina sobre "lo mismo" que algunos políticos progresistas ya cuestionaban hasta el pasado agosto y que usted con su especial verborrea criticó.
Pero el tema como Vd dice es escoger qué 80 millones queremos, nos convienen y lo más importante, las autoridades permiten. Porque si por un lado, para darle "un empujoncito" a los bolsillos de los españoles, todas las autoridades permiten fenómenos como AIRBNB, subvencionan a Ryanair, se permite cuando no se potencia el turismo de borrachera en Palma, Lloret, Benidorm, se inventan la figura de la licencia del alquiler con conductor escondida en una ley para que dos patronales hagan su negocio como taxistas piratas, está claro hacia qué modelo de turismo, nuestros gobernantes nos están llevando con sus HECHOS, no con sus declaraciones.
Porque tengámoslo claro. Cuando un sitio se empieza a degradar, los mirlos blancos que pernoctan en hoteles, comen en restaurantes, alquilan escursiones, "dejan su pasta" en una zona, emigran rápidamente donde encuentren calidad. Y el turismo de mochila y borrachera sólo deja dinero en cuatro bares de borrachos y en viviendas alquiladas como pisos patera. Y sin el turismo, de verdad, este país ya puede hacer la maleta para emigrar...¡ah, que ya solo emigran los licenciados, a los demás no nos quieren en ningún sitio!
Apreciado Sr. Palomo, hace mucho tiempo que en nuestro colectivo nos cuestionamos la utilidad de estos récords de visitantes, que no están acordes ni con los tiempos que vivimos, ni con el tipo de turismo que anhelamos. Por lo tanto, creo que en fondo de la cuestión estamos en la misma línea. Bajo nuestro punto de vista, no habrá un turismo de calidad sino practicamos un servicio de calidad. Cordialmente, Asociación para la Calidad de Servicio
Parece que le toca la fibra su Aranda del alma
y comentarios de posible albañal por el exceso
para notar cierto cambio en la forma de opinar
Turismofobia de lado; menos come latas guarros