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EDICIÓN ESPAÑA

Preservemos la leyenda

Dice la leyenda que las compañías aéreas la tienen tomada con Baleares y con Canarias. Por eso cobran precios abusivos, ofrecen servicios malos, ganando cantidades desorbitadas en su operación con las islas. Observen que el mito añade que, pese a ganar barbaridades, no ponen aviones suficientes para fastidiar, porque ganando tanto, ni siquiera se molestan en transportar a esos viajeros ricachones.

 

El mito está ahí y a nadie le interesa desmontarlo porque de él viven muchas bocas. Entre ellas, los políticos, que en cada campaña electoral desempolvan las promesas de que habrá precios bajos, de que impedirán el abuso, de que no dejarán que los ciudadanos de los archipiélagos sean víctimas de estas horribles empresas, que les exigirán que pongan más servicios a precios más bajos.

 

Los periódicos no se quedan atrás y por estas fechas publican informes en los que encuentran que los precios suben de forma desmesurada. (Hace unos días, uno de los informes decía que subían los vuelos a todos los destinos menos a dos. Curiosamente, esos dos destinos eran Barcelona y Madrid, a donde vuela el 90 por ciento del pasaje.) ¿Por qué no encuentran que el pescado también sube cuando sube la demanda? ¿Por qué no dicen que el 15 de noviembre, cuando la demanda está tirada, los precios también lo están?

 

Pero incluso aceptando los datos de los informes que se publican, el precio más caro de un billete de avión entre los archipiélagos y la Península o al revés es hoy sensiblemente inferior al precio que tenía ese billete hace veinte años, cuando sufríamos el monopolio de Iberia y Aviaco. Naturalmente, esto no se dice porque va contra la creencia generalizada. Pero es cierto. En esa época los precios prácticamente se fijaban en el Boletín Oficial del Estado y eran inamovibles, lo cual significaba que el avión tan caro el 12 de diciembre, cuando no hay casi demanda, como el 23 y 24, cuando apenas hay plazas. Hoy esto ya no ocurre, hoy depende de la demanda, con el propósito de desviar el mayor número de viajeros a días en los que los aviones no van llenos, lo cual equivale a gestionar con sentido económico, como toca en un país con oferta y demanda. Tampoco nadie nos contará que en muchos casos un billete de bus en la Península es más caro que ciertas conexiones aéreas con las islas, incluso sin contar con que estas se benefician del descuento de residente (50 por ciento).

 

Pero, en todo caso, mejor no demos información que pueda poner en peligro el mito, la leyenda, que ha sido construida con grandes, y que hay que conservar.


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