¿Quién hizo Globalia? ¿Quién hace Globalia?

Hechos. Frente a hechos no caben argumentos (San Agustín), se pongan como quieran algunos que leen este periódico y dejan comentarios en la penumbra poniendo a escurrir al mensajero. ¡Me la trae al pairo! Es más, les animo a expresarse y aún a vaciar sus esfínteres si eso les ayuda.

Pedro Serrahima, al que una vez saludé en un acto social viniendo como venía de precedida gran fama como ejecutivo “pelotazo” (lo de Pepephone y + Móvil), ha dimitido como director general de Globalia. Le honra el hecho de irse bajo un argumento que no se lleva por estos pagos: “No puedo seguir cobrando mucho dinero por algo que no hago…” ¡Chapeau!, señor Serrahima”! Le honra su honradez (valga la redundancia) y su sentido ético.

Dicho y escrito lo anterior. Pregunto. ¿Existía Globalia” antes del aterrizaje de Pedro Serrahima en dicho Grupo de la mano y del antebrazo de Javier Hidalgo? La respuesta tiene que ser necesariamente sí, incluso para todos aquellos que odian (sus motivos tendrán) a los Hidalgo y muy específicamente al “patrón”, Juan José Hidalgo Acera. Pregunta retórica ésta nada baladí porque he creído ver interpretaciones torticeras, aún en la prensa convencional / nacional a propósito de la saga/fuga de Serrahima.

A ver si nos vamos enterando. Globalia es un conglomerado de empresas turísticas (básicamente) que nace de la voluntad y la determinación de Hidalgo Acera hace ya muchos lustros. Bateando con elementos sin cuento; braceando con circunstancias adversas; con la enemiga declarada de oficialidades que supo sortear con colaboradores cabales (muchos) pero muy especialmente con su intuición de buen oteador labriego castellano. Esta es la verdad. Y la verdad es siempre la verdad. Su “input” decisivo: 20.000 puestos de trabajo. Punto. El resto se me antoja tan importante como una higa, aún comprendiendo algunos desdenes personales que siempre terminan por pasar factura.

Son esos veinte mil empleados, sus cuadros y sus dirigentes los que hacen Globalia. Escrito sea en honor de ellos mismos. Muchos han dejado sus plusvalías y sus vidas en el empeño; bien que lo sabe el “patrón”. A mí, modestamente, siempre me han interesado más los hechos que las palabras y no digamos la distancia que pongo –a estas alturas de mi vida-entre los dimes y diretes.

LO DE JAVIER HIDALGO 

Hace algún tiempo, JJH decidió poner la gestión gruesa en manos de su hijo Javier, que ya tiene unos añitos y mucha más experiencia empresarial de los que los chicos del “cuore” saben. Tengo que decir y digo, acto seguido, que el resto de la familia Hidalgo –incluso algún “hereu” dimitido, al parecer, siempre abrevó en las faldas de Pepe. ¡Siempre! Hicieron gran fortuna haciendo simple seguidismo de lo que marcaba el hermano mayor. Así que dejémonos de chorroborreces porque el agua que desde hace cuarenta años baja por el Tormes llevaba la impronta del antiguo emigrante a Suiza.

Javier Hidalgo se llevó a Serrahima a Globalia básicamente porque confiaba en él para “modernizar” el Grupo que su padre puso en sus manos. Hay muchos ejemplos en las grandes empresas familiares españolas de procederes de similar estilo. Incluso que la alianza tácita o expresa se acabe llegado una referencia cualquiera en el camino. ¡No pasa nada! Lo sustancial es si el proyecto del CEO de Globalia sufre con la marcha del director general o no. Tengo para mí que esa respuesta, al menos al día de hoy, es negativa. Punto.

Hidalgo Jr., lo escribí hace algunas semanas provocando la ira de algunos de sus deudos, es mucho más inteligente y de perspectiva y prospectiva mucho más amplia de lo que determinados vuelos gallináceos extraen basados en formas y maneras al uso. La inteligencia y el talento nada tiene que ver con los puños de camisas engominadas, ni con el tergal convencional en trajes y casecas. ¿Acaso la Historia juzgará a Bill Gates, Michael O´Leary, Amancio Ortega, Steve Jobs por su indumentaria?

Ignoro si la Globalia bajo el CEO Hidalgo Gutiérrez terminará enajenándose, en un ERE o sobreviviendo en un mundo “global” con sus propios recursos o con inversión ajena. En cualquiera de los casos, lo sustancial es lo que este conglomerado empresarial aporta al PIB de la nación, el empleo que genera y lo que aporta a la llamada “Marca España”. Lo demás, me importa tanto como higa.

Cuando haya un ciudadano español -mi única militancia tiene el color de la “cultura del mérito”-que crea 20.000 puestos de trabajo, los mantiene en el tiempo y es capaz de inventar algo, lleva la bandera de su país por el ancho mundo, entonces lo tomaré en consideración y digno de un artículo.

El resto, bagatelas, amigo Sancho.