Ryanair no tiene remedio

Hace unos años, en una junta de accionistas de Ryanair hubo una especie de rebelión: la noticia de que un médico no había podido hacer un vuelo por la muerte de un familiar, debido a que las ridículas políticas de la compañía se lo impedían, condujo a muchos de los co-propietarios a protestar. Eso provocó que Michael O'Leary lanzara un plan de mejora de la imagen, que supondría que Ryanair un día sería una aerolínea normal.

Imposible. Han pasado los años y nada cambia. La aerolínea ha tenido algunos gestos, como permitir un segundo bulto de mano, pero en el fondo, la cabra tira al monte y O'Leary o es desagradable y hostil, o no es O'Leary.

La decisión de que el sistema informático separe a los viajeros que no quieran pagar un suplemento por sentarse juntos es una estupidez ofensiva y desagradable para sacar unos pocos euros. Los propios tripulantes del avión, empleados de esa empresa, sienten vergüenza por el espectáculo que se ven obligados a dar. La decisión, más reciente, de que todos los pasajeros que no paguen un plus vean cómo su equipaje de mano es enviado a la bodega, es otra ofensa al sentido común. Tan estúpida es la decisión, que la compañía gasta un dineral en empleados mal pagados para llevarse a bodegas las maletas e incomodar a los viajeros que no quieren pagar ese plus de embarque prioritario.

Y ahora, en otra de sus decisiones profundamente absurdas e impopulares, la compañía exige que los viajeros tengan que pagar por llevar equipaje de mano, a partir de noviembre.

Francamente: ¿qué más puede hacer Ryanair contra sus clientes? ¿Qué demonios hace Kenny Jacobs como jefe de marketing? ¿Hacer marketing consiste en perseguir a los viajeros como si fueran apestados? ¿No les basta tener enfadados a todos los trabajadores, a todos los viajeros, para sentirse satisfechos?

Si quieren que los viajeros paguen más, que suban los billetes, pero no es aceptable que Ryanair siga ofendiendo el sentido común de esta manera.

Aquí es donde las autoridades definitivamente tendrían que tomar medidas –a ver si en Alemania o en Gran Bretaña reaccionan, porque en España ya sabemos que no hay nadie al frente de la aviación–. ¿Un billete de avión no incluye un modesto equipaje de mano? ¿Vamos a permitir que este pirata de O'Leary termine un día por exigir un plus a los viajeros que quieran volar con zapatos, por ejemplo?

Como ven, todos los intentos por hacer que Ryanair sea una compañía no antipática, no hostil, no asqueante, fracasan. No me quiero imaginar la vida que deben de llevar los caballos de O'Leary, si aplica estos principios en todos los ámbitos de la vida. Pero, francamente, estoy hasta las narices de una aerolínea como esta, inagotable en su creación de mecanismos para fastidiar a los viajeros.

En la vida serán “el Amazon de los viajes” porque, por poner un ejemplo, Amazon, a la menor queja del cliente, repone el producto o devuelve el precio pagado; en la vida serán una aerolínea respetable porque su actitud hacia el cliente es propia de bandidos que buscan saquear a sus presas.