Al aterrizar el auxiliar de vuelo anunció lo siguiente a los pasajeros: “Señoras y caballeros bienvenidos a Barcelona. Esperamos hayan disfrutado de su vuelo y gracias por volar con EasyJet. Si por el contrario el vuelo no ha sido de su agrado, gracias por volar con Ryanair”.
Conozco dos compañías que contrataron a caballeros con la expectativa de poder convertirlos en pilotos, la segunda compañía contrató a pilotos con la esperanza de convertirlos en caballeros. A día de hoy puedo manifestarles que ninguna de las dos ha tenido éxito en su iniciativa.
Siempre me he preguntado si las cajas negras no se destruyen al estrellarse un avión, ¿por qué no construyen el avión con el mismo material?
Si Dios realmente quisiera que el hombre volara, nos habría hecho más fácil llegar al aeropuerto y pasar el control de seguridad.
En las compañías aéreas existen estas reglas que son fundamentales: los despegues son opcionales, los aterrizajes mandatorios. Volar es la segunda gran emoción de un hombre, la primera es aterrizar.
El piloto es un alma confusa, ya que habla de mujeres cuando está volando y de volar cuando está con una mujer. Hay pilotos viejos y hay pilotos atrevidos, pero lo que si no hay son pilotos atrevidos viejos.
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