El mercado turístico está sujeto a una actualización constante. La realidad de los mercados cambia casi día a día, temporada a temporada, y la acomodación es una palabra que no puede existir en el vocabulario turístico, salvo para referirse al trato con el que recibimos a nuestros clientes. Acomodarse en lo económico es sinónimo de obsolescencia, a pesar que algunos puedan encontrar en la comodidad una alternativa al trabajo libre de la competencia.
Hace ya 28 años que empezó el Programa de Vacaciones para Mayores que tantos beneficios ha aportado para todos los actores del mismo. Ahora son casi un millón de personas las que viajan cada año gracias al Imserso pero, como todo, han evolucionado y se han convertido en unos clientes electores de las mejores temporadas y los mejores destinos y establecimientos. Ya no son la generación que no había salido nunca de casa ni de su ciudad, sino que cada año se incorporan viajeros seniors con mayores rentas y con mucha más experiencia en esto de viajar por vacaciones. El programa Imserso sí que ha popularizado el hábito del viaje entre el colectivo de mayores. Ahora son turistas con sed de viajar cada año.
Y los hoteles ya no son tampoco lo que eran. Varios miles de millones de inversión separan unas iniciales infraestructuras básicas con verdaderos complejos de ocio y diversión que compiten en primera línea en el mercado vacacional europeo.
Pero el sistema de retribución continúa teniendo la misma estructura que hace 27 años. A pesar de los incrementos anuales ligados a IPC, los hoteleros son retribuidos por igual en todos los establecimientos y en todas las zonas turísticas, excepto Canarias que tiene un precio ligeramente mayor. También la factura hotelera es la misma durante los seis meses de duración del programa sin tener en cuenta las fluctuaciones de la ocupación y de la temporalidad. Nos encontramos con que este programa no sirve ya para eliminar la temporalidad en la ocupación, pues los propios clientes eligen las mejores fechas para disfrutar de sus estancias, y eliminan los periodos más difíciles para conseguir buenos ratios de ocupación. Y es precisamente en estos periodos cuando son más necesarios.
Así que es posible que haya llegado el momento de pensar en el futuro. Para garantizar un programa de vacaciones de mayores sostenible tanto desde el punto de vista público como privado es necesario redefinir su estructura y hacerla más ajustada a la realidad económica y social. No es sostenible que se sirvan galas de Navidad y Nochevieja que a clientes ordinarios se facturan con precios de mercado, y que sean retribuidos en el programa Imseso a razón de cinco euros por cliente. No es sostenible que con un IVA del 21%, la retribución neta para alojar a estos clientes apenas alcance los 18 euros diarios en los que se incluye el alojamiento, los tres servicios de comida con agua y vino, junto con un programa de animación adecuado a sus ganas de diversión.
Las mejoras que se han conseguido en el programa en los últimos años han sido gracias a la presión de los empresarios hoteleros. Sobre todo a la presión de las grandes plazas donde se genera la mayor parte del negocio. Pero el programa ya no puede continuar así porque distorsiona el mercado de la competencia. Porque ahora mismo es el principal touroperador de invierno que fija precios de referencia para el resto de canales, y porque al final es una injerencia pública en la determinación de los precios hoteleros de invierno.
Creemos que existe un margen para que todos ganen. Y cuando hablamos de todos es de todos los participantes. Tanto hoteleros, como compañías de transporte aéreas, ferroviarias o terrestres. Incluso las agencias minoristas que han visto reducido casi a la nada su operación en el mercado vacacional de invierno, simplemente porque no existe. Porque el Imserso ha absorbido este mercado. Sin embargo, las cuentas de operador concesionario son cada año más saneadas y brillantes. Lo que está muy bien, pero no puede ser que sólo ellos tengan beneficio y los hoteleros acumulemos pérdidas año tras año.
Así que posiblemente nos encontramos ante el reto de revisar el programa para que pueda servir con la misma efectividad otros 25 años. Quizá sean medidas que nos saquen de una cómoda zona de confort actual pero de no hacerlo, seguiremos degradando nuestras empresas, nuestro beneficio y nuestro producto.
Hace años que el Imserso destrozó el mercado vacacional de invierno para jubilados y pensionistas, arruinando a algunas agencias que apostaron con su dinero y sin ayudas por los colectivos del turismo social. Ahora solo venden grupos a la demanda y cuando les dejan los pirtas.-
Las mayoristas tuvimos que inventar el producto de viajes para 55 y más, club de oro, club dorado ect..., para atraer a nuestros clientes de siempre pues con imserso afortunadamente no pueden repetir plato.-
Lamentablemente, cada día tenemos en España más jubilados menor de 60 años en óptimas condiciones físicas y mejor poder adquisitivo.
Dejemos el Imserso como está y que se dediquen a ofrecer estancias, paquetes y circuitos culturales a nuestros jubilados y pensionistas con menor caudal de ingresos, se lo merecen tanto o más que los bien pre-jubilados
El que presume en el hogar del jubilado, de su nivel socio-económico, tiene abiertas todas las puertas de su agencia de viajes habitual o de confianza, donde con mucho agrado, simpatía y profesionalidad, le podremos orientar y juntos decidir el servicio más idóneo en precios y condiciones
NO hagamos del imserso un tour operador, con el dinero público y que sigan de funcionarios que lo hacen muy muy bien y con mucha eficiencia demostrada
Los hoteleros que tragan con imserso lo tiene facil, si pierden dinero, pues cierran por temporada y a esperar el buen tiempo que es el que permite disfrutar de sol y playa, nadie se va a la costa a pasar frio y humedades, por muy barato que se lo pongas, son jubilidos, no jilis
hay una solución muy sencilla, que cada hotel disponga cupos los dias que le interese, cada jubilado elegirá entre la oferta disponible