Usted creerá haber leído esta noticia antes y es verdad porque ya llevamos años anunciando que finalmente se aplicará el nuevo impuesto a los viajeros y, después, que no entrará en vigor. Ha vuelto a suceder: Venecia ha decidido posponer la introducción efectiva del impuesto a 2023 (Venecia vuelve a recuperar el cobro de 10€ por visita).
Si usted ha seguido este ‘culebrón’, no hay que contarle mucho: es un impuesto que pretende desestimular la llegada de viajeros que no duerman en Venecia y que estén sólo un día. El proyecto prevé un sistema de cobro digital de precio variable en función de la demanda, que costaría entre tres y diez euros.
El impuesto se diseñó hace ya años, pero su entrada en vigor se fue posponiendo primero por razones técnicas y, después, ya de forma más comprensible, por la llegada de la pandemia de Covid.
Sin embargo, ahora no hay mucha explicación: Venecia ha vuelto a los niveles turísticos prepandemia y se considera que en los próximos meses alcanzará fácilmente las 110 mil visitas en un día, cuando la población residente en la ciudad supera por poco los cincuenta mil habitantes.
Otras medidas que las autoridades habían diseñado para poner orden en la saturación de Venecia sí están en vigor, entre otras el acceso de los cruceros al centro de la ciudad y, menos conocido, se mantiene la prohibición de la apertura de nuevas tiendas de souvenirs para los turistas.
La ciudad es el ejemplo máximo de desnaturalización debido al turismo, dado que prácticamente no queda nadie viviendo en ella que no trabaje en este sector. Los residentes que tenían otras actividades están casi todos viviendo en Mestre, la zona de tierra firme más cercana.
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