Fernando Clavijo, el presidente del Gobierno canario, aprovechó su presencia en Fitur para lanzar un llamamiento a que el archipiélago que preside renueve sus infraestructuras. En realidad esto debería ser un mensaje habitual en nuestros políticos, pero en este caso se antoja mucho más necesario por la obvia razón de que España está hoy pasando por un momento turístico dulce que le debería permitir financiar este tipo de mejoras, para sobrevivir en el mercado.
El mensaje canario se corresponde con un momento turístico inesperado. España, que llevaba varios años perdiendo cuota de mercado simplemente porque la oferta de la competencia se había expandido de forma espectacular, afrontaba desde hace más de diez años un problema de envejecimiento de su producto. Haber sido el primer destino turístico de los viajeros europeos ha tenido sus ventajas, pero en el momento en el que el negocio madura, tiene el inconveniente de que hay que reformar la oferta para adaptarla a los tiempos. Sólo la hostelería, y parcialmente, había dado este paso. Las infraestructuras públicas, por ejemplo, están desfasadas en buena parte del país.
El mensaje canario es más importante, pero quizás no sea en el archipiélago atlántico donde es más urgente, dado que Canarias, con una temporada prácticamente de doce meses, tiene más capacidad para generar ingresos. En el caso de la Península y Baleares, en cambio, el problema es más acuciante porque el negocio deja márgenes inferiores y las inversiones modernizadoras son menos rentables. Ni hablar de comparar con el retorno que el mismo dinero tendría en el caso de ser invertido en el Caribe.
Sin embargo, el mensaje de Clavijo no es sólo urgente, sino más necesario que nunca. Probablemente España nunca soñó poder pasar por un momento como el actual, que según lo que se detectó en Fitur, anuncia una temporada 2016 aún más espectacular que la de 2015. Un momento en el que, como dice el presidente canario, resulta ideal para recuperar el retraso inversor.
Pese a este llamamiento sensato, no todos los políticos 'respiran' igual. Para empezar, el Gobierno central, que nunca pareció preocuparse por este asunto, ahora ya literalmente no existe. Está pero no está, como corresponde con su calificativo de 'en funciones'. De los posibles gobiernos que puedan surgir de las Cortes no parece que se vaya a encontrar sensibilidad alguna con el turismo, aunque quizás nos llevemos una sorpresa. En las autonomías tampoco hay conciencia del problema, salvo en el caso canario o el de alguna región que no tiene peso en el turismo. Nuestros políticos, lejos de comprender que lo que nos esta ocurriendo es una afortunada coyuntura, corren a ponerse medallas como si ellos hubieran hecho algo para merecer este repunte. El momento que vive el turismo vacacional español carece de relación con las políticas públicas –si es que existen– o con los incontables planes estratégicos que adornan las estanterías de los despachos de los ministros y consejeros de Turismo. Lamentablemente, tiene que ver sobre todo con la locura de unos terroristas dispuestos a echar a todo extranjero de los países de religión musulmana.
España, pese a que nuestros políticos lo ignoran, tiene un producto turístico que, en los casos de las zonas más antiguas, está saturado, con oferta de escasa calidad, especialmente en lo que hace referencia a la oferta complementaria; ruidoso, sin equipamientos, sin espacios, y carente de estímulos para su renovación. En amplias zonas de nuestras costas se ha acudido a un turismo de bajo nivel, en una espiral que se va acentuando en un proceso que se parece mucho a la degradación.
Las palabras de Clavijo, sin embargo, no parecen tener eco en otras regiones. Cataluña está en otra cosa; Baleares está aprendiendo de qué va esto, mientras que en Valencia y Murcia, aunque el sector va bien, el dinero que produce el turismo en impuestos apenas basta para tapar los incontables agujeros que dejaron los años de 'locura'.
Pocas veces el azar ha sido tan generoso de darnos una nueva oportunidad, como recuerda Clavijo. Habrá que ver a finales de 2016 si se ha hecho algo. A día de hoy nada apunta a ello.
Yo le recomendaría al Presidente Clavijo desde la modestia que pase también de las palabras a la acción, y que deje la retórica para cuando las cosas de casa estén solucionadas (cosa que parece ser no pasará nunca). Parece que desterrar la vieja política de criticar a los "otros" políticos les cuesta trabajo a los que se creen en posesión de la verdad absoluta, que son los demás.
Créanme, construir juntos es mucho más satisfactorio que estar elucubrando para destruir ó criticar al otro, ofrece oportunidades de futuro a nuestros jóvenes. Pero para aprender esto aún no hemos entrado ni el la guardería.
Las empresas turísticas de otros destinos que han sido y son importantisimos como Baleares, Costa Brava y/o Costa del Sol, aunque no tengan turismo durante 12 meses han sabido diversificar y han sido apoyados por sus administraciones para internacionalizarse y/o posicionarse en otras comunidades (Canarias entre ellas).
No conozco ninguna Canaria que aunque con 12 meses de negocio lo tenga tan bien planteado, entre otras cosas, Sr. Clavijo, porque a lo mejor habría que empezar por barrer las propias calles (por ejemplo, asfaltar las calles de Maspalomas donde algunos turistas en sillas de ruedas se quedan atascados en los agujeros), y apoyar de verdad, no solo con palabras, iniciativas para la internacionalización y diversificación del negocio turístico y el que le rodea para que estos 8 barcos que navegan lejos de la metrópoli puedan ofrecer a sus hijos un futuro digno y luminoso.