Cóndor está viviendo de prestado. Antes del virus, estaba al borde de la rentabilidad, por lo que el Gobierno alemán la rescató de la quiebra de Thomas Cook, a quien pertenecía. Y se puso a sí mismo en venta, porque Cóndor necesita un inversor que asuma la dirección. Y lo encontró en Lot, la compañía aérea polaca, que estaba yendo bastante bien, antes del virus (Cóndor relanzará en junio su plan de vuelos hacia España).
Pero una crisis como la actual acabó con la oferta de compra de Lot y con las esperanzas de Cóndor. Sobrevive porque el gobierno alemán, siempre al rescate de los suyos, la ha apoyado. Pero Cóndor está con el agua al cuello y busca inversor, precisamente cuando nadie está de humor para hablar de proyectos nuevos. Ni siquiera Lufthansa, la anterior propietaria de Cóndor, que hubiera apostado por ella de no estar hoy en el caos.
Ralf Teckentrup, el presidente de la compañía, sabe que preside la inestabilidad en el momento más inestable de la historia. Y, por ello, busca inversor cuando no los hay.
Mientras tanto, la compañía está en situación especial, con un escudo protector jurídico, consecuencia de que el Gobierno les dio un rescate de 550 millones de euros. Ahora pretende que en tres meses haya o un inversor o un administrador judicial se encargue de hacer de empresario.
El futuro, pues, es bastante incierto, no tanto por la viabilidad de la compañía, como por la dificultad del entorno de la aviación actual.
Cóndor es una compañía que opera vuelos chárter y regulares turísticos fundamentalmente desde Alemania al Mediterráneo.
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