Cuatro años sin tocar las zonas turísticas de Baleares

¿Cómo lo ha hecho el Partido Popular en materia de turismo en Baleares en la legislatura que acaba? Os propongo limitarnos a leer lo que el presidente José Ramón Bauzá dijo en su discurso de investidura de junio de 2011. No son declaraciones a un diario de segunda, ni es una entrevista en la que el presidente comete un desliz, sino que se trata del discurso de investidura, donde se supone que ha habido reflexión sobre qué se va a hacer en el Gobierno. Se trata de un documento de mínimos, porque parece mínimo que lo que se anuncia en el discurso se cumpla, dado que, como es evidente, el discurso lo escribió él o alguien autorizado por él. Tengamos presente que el discurso es posterior a las elecciones y ya está descargado de la fiebre de promesas que suelen tener lugar en la campaña electoral.

“Es público y notorio -dijo el candidato a presidente, que sería votado por una amplia mayoría de los diputados al día siguiente en lugar de su antecesor, socialista- que en el conjunto de las Islas Baleares hay algunas zonas [turísticas] que, a causa de su antigüedad y saturación requieren un tratamiento intensivo de actualización de la oferta”. Todos de acuerdo, obviamente. De hecho, puede que alguno haya votado al candidato pensando que este era un plan acertado.

El discurso continúa: “Por eso [porque creen en la necesidad de esas mejoras] damos apoyo a este tipo de tratamiento en la Playa de Palma y propondremos otros similares en áreas de Calvià, Manacor, Santanyí, Sant Antoni de Portmany y Platja d'en Bossa, entre otros.” Atención al “entre otros”, que nos sugiere que no se conforma con estas seis zonas. Pero, por si no creen que el convencimiento es suficiente, Bauzà continuó: “No podemos seguir retrasando esta renovación estructural, que hace que los planes de desestacionalización continúen siendo necesarios, pero si me lo permiten, pasen a un segundo plano porque lo que es urgente ahora es definir nuestro producto, y la consecuencia de hacerlo bien será poder efectuar una mejor promoción y en consecuencia obtener temporadas más largas basadas en actividades turísticas deportivas, de congresos, culturales y patrimoniales...”. ¿Quién no firmaría ahora esta afirmación tan contundente y sensata?

Para quienes no estén al tanto, no hay noticia de ninguna de estas reformas. No están ni se las espera. Ni siquiera está acabada la tramitación de los papeles para que la Playa de Palma, la más urgente, la más antigua, la más comentada, pueda iniciar los concursos de obras, porque aún faltan ciertos procedimientos. Por lo tanto, el balance es prácticamente idéntico a los logros en este sentido del gobierno anterior, que tampoco movió un ladrillo.

¿Quién puede discrepar de la necesidad de reformar al menos la Playa de Palma? Hace ya doce años, incluso desde antes de la llegada de Zapatero al poder, que hay acuerdo en reformar la playa, una actuación que iba a ser ejemplo para España y el mundo. Y ahora acabamos otro mandato sin que se haya movido ni un ladrillo. Que se sepa, en mandatos anteriores se ha gastado un mínimo de 33 millones de euros en papeles, en presentaciones, en actos, pero ni un euro en albañiles. No hablemos de las zonas de Calvià, Manacor, etcétera, que están en pésima situación y no tienen ni proyecto.

Es tan amplio el acuerdo y tan escasa la discrepancia, que el propio presidente socialista, Francesc Antich, que al día siguiente iba a dejar el cargo, en su réplica al presidente le dijo:

“Le quiero manifestar que mi grupo mantiene la misma opinión que en la campaña electoral [observen el detalle de que un mes después aún mantiene el mismo punto de vista, lo cual es tan insólito que el propio presidente se molesta en recordarlo], y está dispuesto a trabajar para llegar a acuerdos en turismo: continuaremos dando nuestro apoyo a la modernización de las zonas y los establecimientos turísticos y la eliminación de las plazas obsoletas, como ya hemos iniciado con (...) proyectos como el de Playa de Palma o futuros como el de la Platja d'en Bossa y de San Antonio de Ibiza”.

Como ven, el presidente saliente decía que siguen “dando apoyo” a estos proyectos, que no haciéndolos porque de eso también fue incapaz, en ocho años, porque al inicio del primer mandato de Antich es cuando se empezó a hablar (“ahora sí, en serio”) de reformar las zonas turísticas envejecidas. Pero apoyo, el que haga falta.

Es verdad que hay mucha gente que ha trabajado muy duro en turismo en este Govern, empezando por el conseller, sin embargo, o las promesas se han pasado de frenada, o las infraestructuras turísticas no son una verdadera prioridad a la hora de tomar decisiones. O, simplemente, se trabaja sin seguir un plan.