En las elecciones no votan los empresarios ni los trabajadores, sino los ciudadanos. Pero, en los periodos intermedios, los 'lobbies' son los que ejercen presión para conseguir que sus intereses se vean defendidos o representados. Es una acción legítima de quienes tienen la obligación de advertir a los políticos que su actividad requiere de una gestión eficaz, cuidada y que ser oriente al futuro. Existen en todo el mundo, y de su éxito depende muchas veces la solidez de la economía.
El turismo, en este sentido, es un 'lobby' que se tendría que hacer escuchar. Por algo es el único sector económico importante en el país que ha sobrevivido con buenos resultados a la crisis económica; por algo es el primero que ha vuelto a crear empleo; el que más aporta a la balanza de pagos, etcétera. Con este expediente, uno pensaría que los políticos tendrían que atender con mimo las sugerencias del sector. Sin embargo, la sensación general es que las cosas van bien de milagro. Vean, si no.
España tiene una de las peores políticas aeroportuarias de Europa, que la condena a que las compañías aéreas paguen elevadas tasas por operar, reduciendo su oferta de vuelos. Y, tan negativo como lo anterior, la eficacia del monopolio es bastante baja, encareciendo los costes. Madrid, por ejemplo, es una víctima del desastre de la gestión de Aena. Y no ocurre nada. Es más, la venta del monopolio ha sido más bien oscura.
Este país no ha conseguido arreglar el desaguisado de la promoción turística. En realidad, ni siquiera lo intenta. El Gobierno central mantiene competencias residuales en este sentido, mientras las autonomías también tienen su imagen propia y, para colmo, en algunos lugares el fraccionamiento es aún mayor, dado que los cabildos y consejos insulares también tienen voz. Se trata de una aberración inconducente que nuestros empresarios no han conseguido frenar ni amortiguar. Y mientras, la imagen del país sale como sale, frecuentemente con contradicciones absurdas.
Aún más problemático es el problema de los apartamentos o viviendas alquiladas ilegalmente como turísticas. Se trata de una competencia muy seria que afronta el sector, sin que las reiteradas quejas de nuestros empresarios hayan servido para absolutamente nada. Es más, el caos legislativo en este sentido parece que avanza hacia el esperpento. Mucha rueda de prensa, pero aquí no hay una reacción como toca.
¿Legislación turística? En contra del sentido común, avanzamos hacia la consolidación de diecisiete legislaciones diferentes, lo que dificulta la gestión y la operación de toda clase de oferta. ¿Nuestros empresarios? No se sabe nada de ellos. Deben de estar rellenando los diversos tipos de impresos para cada autonomía.
La formación, el urbanismo o las regulaciones menores siguen siendo un caos fantástico, sin que nadie se aclare. Estos días, un presidente autonómico decía que en su región hay 47 tasas diferentes que afectan a la creación de una nueva empresa. Y lo decía tras cinco años de crisis económico y cuando necesitamos empresarios que creen actividades. Un indicador deque si hay 'lobbies' turísticos, su resultado no es muy notable.
En este sentido, lo que se entiende menos es la cuestión de los impuestos. Aquí sí parece que el 'lobby' sí se podría poner de acuerdo, porque hay consenso en que tenemos una fiscalidad desmedida, sobre todo en el turismo. Pues nada, hay bajada de impuestos, pero nada que beneficie a la competitividad turística, sino que seguiremos con impuestos indirectos altos para bajar en su lugar el IRPF, más sensible al ciudadano, o sea al votante, o sea más eficaz electoralmente.
¿Qué presión llevan a cabo entonces las patronales turísticas españolas? Es un misterio. Aparecen decenas de directivos junto a los políticos y, sin embargo, no han llegado ni siquiera a evitar que las quiebras y suspensiones de pagos de algunos operadores dejen un reguero de víctimas; ni han logrado que los responsables de las áreas clave del turismo, como la secretaría de Estado, tengan una cualificación mínima, capaz de aprender de qué va este sector al menos en un periodo inferior a los cuatro años que dura el mandato.
Como imagen de este ridículo yo recordaría aquel consejo de ministros exclusivamente sobre turismo que tuvo lugar en el Palacio de la Almudaina, de Mallorca, donde comparecieron todos los empresarios del sector y que ha sido uno de los mayores fiascos jamás vistos: nada de lo que se prometió se ha cumplido, por un motivo o por otro. Y nadie lo ha recordado.
A ver si va a ser que nuestros empresarios tienen vergüenza de defender sus intereses; a ver si vana ser los únicos que son tan tímidos. O a ver si va a ser que ver de cerca a un político les ablanda. Un día, en los incontables foros de empresarios, alguien debería dejar de acusar a los políticos de incompetentes y preguntarse si estas agrupaciones empresariales cumplen aquello para lo que han nacido: influir en las políticas que se llevan a cabo en el país, en beneficio del sector.
el gobierno que gobierne para los españoles y no para ningún lobby turístico que se presentan como salvadores de la patria cuando la mayoría de ellos, sino todos, tienen sociedades en paraísos fiscales para no tributar en España. Además hacen offshoring contratando procesos productivos fuera del país.
Estoy deseando el día que Podemos llegue al poder y ponga un poco de orden a estos lobbies y a la casta del sector turístico.
El sector más potente de España, el que menos influencia ejerce sobre el Gobierno. No es algo de ahora, sino de décadas. Lo que me lleva a preguntarme a quién de dentro de nuestro sector interesa la desunión.
En mi opinión los grandes grupos verticales son los prebendados del poder, los que obtienen ventajas competitivas injustas van hundiendo a los auténticos generadores de empleo y recursos del sector desde siempre. De todas formas, eso no quita responsabilidades a muchos empresarios "pequeños" que se empeñan en apoyar a los grandes grupos a cambio de quedarse con las migajas. Hay quienes confunden la ley del mercado con actuar sin ética y sin rumbo.
¿Estamos de coña o qué? ¿En serio alguien se cree que un sector tan intervenido y regulado como el turístico en el que políticos de la talla de los Piqué, los Gaspar, los Díaz Ferran, etc, etc, etc, andan metidos en casi todas las cúpulas no tiene poder? Pues claro que lo tiene, otra cosa es que no les interese jugar a ser empresarios sino a lavar dinero que es a lo que este sector siempre se ha dedicado y si no veasé: la Búrbuja inmobiliaria, la Búrbuja del turismo de casinos (Eurovegas y demás memeces), la Búrbuja de los parques temáticos, la Búrbuja de los cruceros, la hotelera, etc
Simon Pedro Barcelo = Senador por el Partido Popular
Abel Matutes = Ministro Asuntos Exteriores de España
Ángeles Alarcó = Exmujer Ministro de Economia y Presidente FMI
Josep Piqué = Ministro de Asuntos Exteriores
Joan Gaspart = Amago para ser candidato del Partido Popular a la Generalitat
Felipe Gonzalez = su yerno, Eric Bergasa, es socio en Room Mate de Kike Sarasola
En este sector no hay puertas giratorias ya que estan constantemente abiertas, anteponiendo los intereses particulares de la casta de siempre al general.