Ha acabado la crisis de la pandemia. Ha pasado el tiempo y esta es la realidad: en 2019, un 35 por ciento de los pasajeros franceses volaba con las low cost y ahora lo hace el 43,2 por ciento. Ni más ni menos. El volumen de viajeros que hoy transportan las ‘baratas’ es un 113,8 por ciento del de 2019, con un crecimiento que casi es del 14 por ciento; un 80,8 de los que entonces usaban una aerolínea legacy lo sigue haciendo hoy (Francia: proponen prohibir las huelgas contra el turismo).
Para enfado francés, casi todas las low cost son extranjeras: Ryanair, la líder, seguida de Easyjet, poderosísima en Francia, Wizz Air, las españolas Vueling y Volotea y la alemana Eurowings. Sólo Transavia, una filial de Air France, disputa este segmento en nombre de Francia.
El discurso público, no obstante, sigue siendo muy crítico con estas aerolíneas. Pero, gracias a ellas, aún existen y están abiertos los aeropuertos regionales. Thomas Junin, presidente de la Unión de Aeropuertos Franceses, dice en L’echo Touristique que “si los aeropuertos regionales (de Francia) están donde están hoy, con esta conectividad aérea, se debe en gran medida al desarrollo de las compañías aéreas de bajo coste”, que les permiten seguir operando.
En conjunto, precisamente debido a la crisis de las legacy, aún la operación aérea en Francia está un 7,3 por ciento por debajo de 2019.
El aeropuerto francés que más crece, con un 41,6 por ciento más que en 2019 es Beauvais. ¿Les suena? Es la base parisina de Ryanair. El de Lourdes, cerca de la frontera con España, creció un 25 por ciento.
Los aeropuertos bretones han caído más del 30 por ciento; Estrasburgo pierde un 22 por ciento y Toulouse un 19.
Preferente.com Diario para profesionales del Turismo