Lufthansa ha roto la baraja. Es la primera aerolínea europea que ha dejado de lado lo políticamente correcto y ha lanzado tres bombas de profundidad en Bruselas (IAG, Lufthansa y KLM desaparecen de China por el veto ruso).
El Consejo de Supervisión de Lufthansa –el CEO queda para hacer el papel de ‘poli bueno’– ha escrito una carta a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, en la que dinamita tres principios de las políticas europeas no discutidos por nadie: el ecologismo, la apertura de mercados y el boicot a Rusia. Nada menos.
La carta dice que el acuerdo entre la Unión Europea y Qatar, de cielos abiertos, es “radicalmente desigual", como resulta obvio, por las diferencias en los territorios de los firmantes. Qatar, el primer accionista de IAG, es el gran beneficiario de ese tratado contra el que nadie ha dicho ni una palabra en el mundo de la aviación.
La segunda crítica es que los combustibles SAF, que la Unión Europea obliga a que empleen las aerolíneas europeas, es seis veces más caro, por un lado, y no existe suministro. Lógicamente, Lufthansa se queja de que mientras los europeos han de cumplir con esta exigencia, los rivales de otros países, no.
Y finalmente, primer síntoma de agotamiento de la política sobre Rusia: no podemos seguir sin sobrevolar ese país mientras cedemos a los chinos estas rutas porque volar por Irán es más caro y se tarda más. Es un problema, dice, para competir.