Rusia, como muchos países que tienen riquezas naturales abundantes –Noruega y Chile son otros ejemplos– dispone de un fondo denominado National Welfare Fund (Fondo para el Bienestar Nacional) en el que reserva recursos para malos momentos (Rusia: “La mayor sustracción de aviones de la historia”).
Pues bien: el Gobierno de Vladimir Putin cree que ha llegado el momento de tocar la hucha de los ahorros para salvar a Aeroflot, el grupo de compañías aéreas nacionales, sumido hoy en una profunda crisis consecuencia de las sanciones económicas aplicadas por Occidente y, sobre todo, por las turbulencias derivadas (Rusia admite la gravedad de su crisis de la aviación).
Aeroflot, entre otras cosas, hoy prácticamente no puede volar al extranjero y cuando lo hace ha de emplear aviones rusos, que apenas utilizaba en condiciones normales. Igualmente, no puede disponer de los servicios extranjeros para el mantenimiento de su flota y, encima, la inestabilidad cambiaria introduce una profunda inseguridad en su gestión.
El Gobierno ruso, según indican fuentes del Kremlin, contempla destinar 107 mil millones de rublos (1.203 millones de euros) del fondo para la recapitalización del grupo, en el que Aeroflot es la aerolínea más importante, pero que también cuenta con Rossiya y Pobeda en su cartera. Esta es una de las medidas más destacables de un paquete de decisiones que pretenden revertir la crisis económica que vive el país que se ha traducido en una devaluación de la moneda, una espiral inflacionaria y una crisis de muchas actividades económicas.
Algunas acciones se pondrían a la disposición del público para la suscripción popular, pero sin que el Gobierno reduzca su 57,34 por ciento de participación en el consorcio (La aviación rusa, aún más aislada por el nuevo veto de la Unión Europea).
Igualmente, se destinará otros 57 mil millones de rublos (641 millones de euros) para compañías privadas, destinados a que devuelvan créditos y se recapitalicen. La más importante de ellas es S7.
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