En la guerra entre el ecologismo y el turismo, hay dos problemas sin solución: las emisiones de los cruceros y las de los aviones. Lo primero es grave, pero podría tener solución porque los barcos no tienen las limitaciones de peso que sí tienen los aviones.
Por eso, la naviera Hurtigruten, una de las más elitistas del mundo, ha anunciado que en 2030 botará el primer crucero de cero emisiones (de CO2, se entiende). El buque tendrá 135 metros de largo y tendrá capacidad para 500 pasajeros y 99 miembros de la tripulación en 270 cabinas. No será de los grandes, pero sí será de los que no contaminen, lo que es un gran avance. Aunque, lógicamente, el barco sí sigue teniendo vertidos y basura resultado de la población que transporta, pero todo es manejable.
El barco tendrá velas retráctiles con paneles solares, sistemas de propulsión basados en inteligencia artificial, hélices contrarrotantes y múltiples propulsores retráctiles. El puente de mando, desde donde el capitán dirige el barco, “se reducirá significativamente gracias a las maniobras mejoradas asistidas por inteligencia artificial”. Estos avances tecnológicos permitirán optimizar las operaciones de amarre.
La forma aerodinámica del barco reducirá la resistencia del aire, disminuirá el consumo de energía y mejorará la comodidad de los pasajeros, dice Hurtigruten en un documento de presentación del buque.
No sólo usará energía de fuentes renovables, sino que consumirá poco, entre otras cosas por la “utilización de ventilación de última generación en las cabinas”. El resultado, seguramente, será imitado por sus rivales en poco tiempo.
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