Rápida decisión la que tuvieron que tomar los pilotos de un A321neo de Wizz Air al afrontar el aterrizaje en el aeropuerto de Madeira.
El fuerte viento venía afectando a la aeronave desde la aproximación, pero comenzó a desestabilizarse en exceso a medida que se acercaba a tierra, lo que llevó al comandante a volver a elevarse y esperar a realizar la maniobra con completa seguridad.
La cercanía del aeropuerto portugués a terrenos elevados produce una peligrosa variación en la velocidad de las corrientes de aire que ejerce una fuerza de giro en los aviones difícil de gestionar.
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